viernes, 21 de abril de 2006

Y llegó la Feria...

No hay vuelta atrás, pisaré el real como debe ser, y un año más volveré a decir aquello de... "Acabo de llegar y ya estoy deseando de irme".
Con un día de Feria tengo suficiente ración de sevillanas, albero, niños, calle del infierno , rebujito y risitas de compromiso (por no mostrar mi verdadera cara), para estar loca por que la Feria se acabe.
¿Y si eso ocurre?, ¿porqué voy?, eso quisiera saber yo...

2 comentarios:

  1. Aún no hemos quitado la cera del asfaltado pavimento del centro de la ciudad, cuando el agobio nos acecha, agobio que llega a su cúlmen cuando pisamos el albero y que no se va hasta que desde la azotea de la casa sita en la calle
    Sil 27 de Coria del Río se vean, a lo lejos, el resplandeciente color del cielo de Sevilla con los cohetes que dan el colofón a la fiesta. Paciencia

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  2. A diferencia de la Semana Santa, la feria no afecta al funcionamiento diario de la ciudad. No convierte el centro histórico en un tapón al que es imposible entrar y del que es imposible salir. Para los que trabajamos en el centro es magnífico salir por la mañana una hora antes de lo acostumbrado y llegar a casa una hora después. Todo porque una serie de personas de dedican a sacar todos los santos en procesión durante la misma semana.
    Para más inri, tenemos que aguantar eso de "pues vete a matalascañas"... Iros ustedes a Sevilla Este o al Polígono Calonge!!!
    Al final acabamos huyendo en desvandada a cualquier lugar donde a la gente no se le vaya tanto la cabeza como en Sevilla.
    A VER SI ADIVINAS QUIEN SOY...

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