jueves, 18 de junio de 2009
Cajas
En el tejado de nuestra gata, el otro día recordaba lo que de niña me gustaba meterme en una caja, y eso me dio esta entrada. No se si era porque ya me gustaba aislarme o porque esta cabeza mía no paraba de inventar, ya que con cajas de zapatos hacía casitas, con sus tabiques separatorios, sus puertas y ventanas, y si tenía la gran suerte de que alguien compraba una lavadora o un frigorífico, la satisfacción era enorme. Me metía dentro, le hacía una puerta y una ventana y de allí no había quien me sacara. Con el tiempo he seguido haciendo casitas, podría haber sido arquitecta, o aparejadora, pero me quedé en solucionar las ideas de aquellos que no saben que hacer con las suyas, con sus casitas. Lo que no he perdido son las mismas ganas de aislarme dentro de mi caja, que ya no es de cartón, sino de ladrillos y VPO.
De lo que me gustan las cajas en toda su amplia variedad, ya sean de puros, de lata, de madera, grandes, pequeñas, minúsculas, de cristal, de lápices, cajas para guardar una sola cosa, cajas para guardar muchas cosas, pañuelos, bolitas, recuerdos, almejas, fotos, pinceles, cajas de lo que sea, una caja para cada cosa, de ello hablaré en otra ocasión, nadie tiene más cajas que yo vacías y llenas, nadie, sólo por el placer de tenerlas. Es de cajón.
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nunca he hecho inventario pero...
ResponderEliminarcasi me atrevería a retarte...
las cajas son un vicio.
por cierto, hace poco le hice a mi hija una casa con una caja de zapatos para una araña que venía en una revista de juan y Tolola...
a día de hoy creo que ya sólo le fala el humidificador y la wii para la araña...
como ya está electrificada, estoy pensando en darle el agua aprovechando que no hay que contar con Emasesa...
¡Que alivio!
ResponderEliminarA mi también me gusta tener y guardar "cajitas". Veo con tu entrada que no estoy loco ni nada por el estilo.
Saludos, Dama.
Una caja de galeras y otra de gambas blancas, con eso me conformaba yo miarma...
ResponderEliminarMe ha venio a la mente esa copla que decía:
Un ciego vendía cojines
Y un cojo vendía cajones
Y el ciego de los cojines
Le cojía al cojo los...¡¡Uuuuyyyy!!
¡Un saludaso!
Jajajaja, las cajas… Ya te respondí en mi blog, que me decepciona que cambiemos el frigo, porque sé que no me van a dejar la caja, se llevarán el viejo dentro.
ResponderEliminarNo te reto porque creo que las cajas son proporcionales a los años, pues durante estos las reunes y las llenas… Tengo cajas de recuerdos, con programas de teatro y claveles secos de Ferias que no volverán, tengo la caja de madera que en su día fue de puros y luego albergó mi colección de perfumes en miniatura… Tengo una caja de café que me dio mi amiga rusa, de un lugar infame dónde trabajó, esa no tiene nada, sólo regusto a café, y por ello me encanta… Tengo una caja de costura, y cuándo se me cae un botón dudo si gritar “mamá” o buscar una grapadora, pero la tengo, será por cajas…
Sigue atesorando cosas en ellas, tiene más sentido hacerlo que pensar porqué lo hacemos…
Kisses miles
P.S. Todos los meses había un día felíz, el día que venía “el hombre de las cajas” como lo llamábamos… era el repartidor de HIPERCOR que nos traía la compra… Y ya no alargo más el comentario…
Yo no tengo cajas aunque las necesitaría. Mi gusto es guardar cualquier papel, revista, folleto o similar que caiga en mis manos.
ResponderEliminarSí es verdad que hay una caja de familia que siempre ando detrás de ella pero no la consigo. Esta caja, de la que hablo, la tiene mi hermana, que fue quien vivió con mis padres hasta que marcharon, y es el mejor tesoro que recibimos de mis padres en herencia pues en ella están las fotos de toda una vida.
Un beso.
Os reto:
ResponderEliminarCaja para lápices de todos los tamaños de mimbre, caja de rotuladores de galletas y caja de metal antiquísma de cigarros holandeses para mis elementos de dibujar, cajas de recuerdos volumen I, II y III de cartón duro, de un regalo, alguien que me conoce bien. Caja de fotos, es una porque es enorme, de madera pintada con flores, de la India, regalo de mi jefa, con un cierre curiosisimo, caja de pañuelos volumen I y II de las grandes de los chinos de cartón, caja de cosas raras, de un estanco que al comprar unos sellos me enamoré de ella y el estanquero me la regaló, caja con incienso, de un perfume de mi tía en crema que me gustaba mucho porque tenía una perlita en la tapa, creo que puede tener mi edad, caja de recuerdos de un amor inolvidable, un joyero que me regaló mi hermana de madera con llavecita y cajas sin nada dentro pertenecientes a recuerdos varios, una de puros de la Habana de cartón, una de vino sacada de un contenedor y restaurada, una que me encontré de niña de pastillas de menta de principios de siglo que curiosamente, Miguel, se llaman del Dr. Andréu, de bolsas de té, regalo de un camarero, con doce compartimentos, fantástica, y de lugares del mundo... todas. La más bonita es una de Eslovaquia, que me trajeron con una piedra enorme en la tapa. A la caja que mayor cariño le tengo es una de madera con un espejo dentro muy grande que era el costurero de mi abuela Reyes, y que tiene pintado el Parque de María Luisa en su tapa. Esa es mi joya, dentro están collares, pendientes y pulseras varias, las mismas que jamás me pongo, y así muchas más....
¿Sigo...?
todavía recuerdo con muchísimo cariño, y no menos nostalgia, una cajita de puros de mi abuelo, que mi padre convirtió en estuche para guardar todos los útiles del colegio, ese colegio de monjas de toda la vida, con nombre de patrona de costaleros. En su interior, tabiques de madera y subcajas, que me servían para meter las gomas y los sacapuntas; en la tapa de arriba, con unas bisagras al efecto, mi padre puso una puertecita abatible para meter mis lápices, rotuladores,...y después de barnizarla, recortó un bugatti rojo de carreras, y lo pegó con mimo en la parte exterior.
ResponderEliminarNi que decir tiene que la caja fue la envidia de mis compañeros de clase, hasta tal punto, que el primer día que la llevé al colegio me la rompieron, corroborando lo que mi padre había vaticinado: "no la lleves que no vuelve nueva"...
Un beso desde Granada, otra entrada de "pellizco"
Entre mis preferidas, una caja de latón verde, rectangular, con dibujos de chinitas vestidas con kimonos y sombrillas de colores.
ResponderEliminarDesdesperación de mi madre porque eran del Cola-cao de kilo y se terminaban enseguida.
No nos ponemos de acuerdo, mi cincuentón hermano las quiere todas y a cambio de quedármelas, le he ofrecido las que traían nuestras barcas desde Larache y Canarias, llenas de talco y jabón para bebés, pero ni por esas.....
Pues yo lo confieso, soy un desastre. Ni cajas ni nada por el estilo, lo mio es el orden desordenado, almacenar las cosas en lugares concretos, fáciles de memorizar, pero para alguien que no los conozca todo un caos.
ResponderEliminarSentimentalemente hay una vieja cajita de coral que tiene mi madre en la peinadora siempre me ha llamado la atención desde niño.
Saludos.
Hasta no hace mucho tenía una caja de lata donde guardaba fotos antiquísimas.
ResponderEliminarCreo que era una caja de galletas, pero no de las danesas sino de otra marca española.
Dónde dejamos la caja de zapatos con las estampitas cofrades? Yo las tengo con llaveros, con folletos de exposiciones, con recuerdos de viajes, con programas de Semana Santa...
ResponderEliminarComo dice Miguel, veo qu no estoy loco.
Me encantan las cajas, em ni dormitorio tengo dos repisas de tres baldas cada una llena de cajas de todo tipo, tamaño y colores y en un mueble están guardadas las más grandes que no puedo poner aquí.
ResponderEliminarSaludos
Dama, cuantos recuerdo me ha traído tu entrada. Las cajas también me perdían y también construía casitas con ellas para las muñecas. Ahora mi ilusión es construir una casa de muñecas de esas tan lindas que hay, pero llevo tres años tirando indirectas para ver si me la traen los Reyes Magos, y nada. Tendré que comprarla yo.
ResponderEliminarUn abrazo