jueves, 10 de septiembre de 2009

El desenlace

Reconozco que tras haberme tomado en el desayuno con mi prima dos o tres copitas de anís "Los Hermanos" entre risas, charlas, recuerdos y sueños, no fue buena idea continuar la fiesta en el chiringuito cuando apenas podía moverme, y acabar con un gintoncito fresquito tras haber dado buena cuenta de unas pocas de cervezas, unos langostinitos y unas tortillitas de camarones. Claro que a medias se paga mejor, el problema era que me había dejado el dinero en el apartamento y para ello, le dejé a ella el honor de invitarme a un día entero de playa, incluida esa carmela que siempre compartiamos por esa estupidez de no querer engordar. Una carmela entre risas, charla y un poquito de tó es una de las mejores maneras de pasar una tarde de playa con mi prima, y más, con la alegría que ambas llevábamos en el cuerpo después de tanto homenaje. Y como siempre quisimos vivir esas cosas que van a suceder, que la vida te ofrece así, de repente, aceptamos la invitación de aquel pescador de cruzar la playa, el río y el mar para ver Sanlúcar desde la otra orilla. En otras circunstancias no habríamos sido capaces, estoy segura. Nos sumergimos en el mar nada más bajarnos de la barca, y la única ola gigante que traía el barco mercante "Lola B" y que siempre veíamos desde la orilla opuesta, se llevaba mar adentro la parte de abajo del bikini que se había quitado para enjuagarlo, menos mal que no le gusta la playa como dice tantas veces, y menos mal que no había nadie, Doñana es una de las pocas playas vírgenes que aún le quedan a Andalucía, y nos facilitaba poder bañarnos desnudas en un mar en calma, como era mi deseo secreto. La ola había pasado y se habían calmado las aguas, estábamos arrugadas como pasas pero la sensación de sentir el mar desnuda era maravillosa, lo más parecido a la libertad. Yo me acordé de él inevitablemente.

Salí a la orilla y con un palo escribí ¿Porqué me gustaría que estuvieras aquí?. Rapidamente me acordé de mi primo, el pedante, con sus reglas de ortografía, y corregí la frase. ¿Por qué (separado) me gustaría que estuvieras aquí?... mentalmente me respondí. “Porque mientras tú no estés yo tampoco estoy del todo y porque quiero que no seas efímero en mi vida como estas letras que tienen las horas contadas en cuanto suba la marea”.


Escrito entre Humilladero, Costalero Gruñón, No cogé ventaja..¡miarma!, Zapateiro, Persa, Lola, Finidiblanco, El callejonero, Maese Rancio, Piruleta, Ludwing Constantine, Sevillano y betico y una servidora. Gracias a todos, y a la arena de Doñana, que inspira estas historias aunque no nos demos cuenta....

13 comentarios:

  1. Gran historia sí señor. Podriamos jugar mas veces...
    Besos

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  2. Ostras Reyes, yo no sabía que, yo, escribía tan bien, por la parte que me toca.
    Eres la leche de imaginativa y creativa, felicidades.
    Un beso.

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  3. ¡Vaya manera de dar una vuelta de tuerca a los blogs! Genial, genial, me ha encantao. Capacidad artística y originalidad 100%

    Felicidades

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  4. Bueno, Lola se me ha adelantado.
    Espero que haya más veces...

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  5. ¿Por qué me gustaría que se fuera de aquí?


    Gracias por la pequeña parte que me toca. Se lo comentaré a mi traumatólogo en mi próxima consulta.

    Desde mi retiro...


    fdo.: sevillano y bético.

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  6. Jajajaja, que bueno!!!!!!


    Fdo. Piruleta

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  7. de categoría, como todo lo tuyo...

    Un beso desde Granada

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  8. ¡¡Pero bueno!! ¡¡Enhorabuena a todos!! La historia es maravillosa...

    Un beso, mi querida Dama.

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  9. Maldigo al tiempo, que además de devorarlo todo, me dejó sin la posibilidad de participar. Estaré en la próxima, porque espero que haya una próxima.

    Me ha encantado esta señora entrada dual, partida en dos trozos que se dividen en muchos más.

    Un beso con patatas de clá.

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  10. Y si fuera verdad, si todo no hubiera sido sólo imagnativo y al cruzarla banda nos encontraramos la arena dorada de la playa atlántica de Doñana en nuestros pies...
    No digas que fue un sueño, por que por un momento yo soñé que era verdad lo que viví en aquella orilla, allí donde para siempre quedó aquello que fuimos una tarde cualquiera de un día de verano.

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