sábado, 9 de enero de 2010

Muñoz Molina y mi lapicillo

Tenía ganas de contar la historia del lapicillo de IKEA que siempre me acompaña cuando leo. Por fín puedo hacerlo con el protagonista que ha conseguido que cuente su historia, Antonio Muñoz Molina. Alguien a quien descarté hace algunos años en lecturas playeras, porque su jinete polaco no consiguió que me subiese a su cabalgadura de letras. Pero llegó a mis manos, por azar, en la librería de viejo de la calle Feria, a un precio que sería ahora un crimen haberlo rechazado, "Plenilunio" y me cautivó el ubetense para siempre. Me lo bebí practicamente, me tuvo casi sin descanso, pendiente de la historia y de la tremenda complicidad que con uno de sus personajes me ataba. Llegó, casi por azar también, "Sefarad". Alguien que estaba conmigo en la librería me dijo que era uno de sus mejores libros, y recordé a otro alguien que me dijo algo parecido sobre esta novela. Dejé el que llevaba en las manos que es el que llevo ahora precisamente, también de él y me llevé el que me recomendaban. "Sefarad" ha acabado siendo uno de mis cinco libros favoritos escrito con una maestría única, está lleno de historias sensacionales sobre los marginados e incomprendidos, de frases absolutamente sinceras, párrafos bien contados y textos breves completamente contundentes, y es aquí cuando entra mi lapicillo en acción, ya que suelo subrayar algo que me guste recordar alguna vez cuando leo. Normalmente subrayo una frase, dos a lo más, a veces ni siquiera ocurre, pero con "Sefarad" ha acabado lleno de sombras negras. Para muestra, un botón:

"Me fijé en ella nada más entrar en el salón. Había oficiales del ejército y de las SS, uniformes azules de la Luftwaffe. Entre todos aquellos militares el único que no era alemán era yo. Quizás por eso la mujer se me quedó mirando en cuanto pasé cerca de ella, igual que yo noté enseguida que ella no era alemana. Una pelirroja alta, con un vestido escotado, de una tela muy ligera, con medias de seda, con un perfume en el pelo y en la piel que me gustaría oler de nuevo antes de morirme."

5 comentarios:

  1. Yo tengo una manía con los libros: los tengo como nuevos y jamás se me ocurriría subrayarlos.
    Tampoco me gusta comprarlos de segunda mano, solo tengo usado El Señor de los Anillos en inglés que me regaló un amigo que sabía que le había echado el ojo.

    Y lo que no sabía es que Muñoz Molina es el padrastro de Manolito Gafotas.
    :-)

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  2. Veo que estás leyendo La Noche de los Tiempos... y deduzco que Muñoz Molina ha llegado a engancharte como a mí. Este último libro es absolutamente magnífico, espero que lo disfrutes tanto como lo hice yo, sin descanso, en cada rato libre que tenía.

    No dejes de leer Beatus Ille, te gustará.

    Un saludo

    Maribel

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  3. Muñoz Molina es un gran escritor, y en este subrayado tuyo, nos muestra la poderosa condición humana, que incluso a las puertas de la muerte, aun alberga algún resquicio para la pasión.
    Saludos.

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  4. Dele otra oportunidad a ese Jinete, que es una maravillosa novela sobre la juventud, la familia y el despertar a las pasiones literarias. Algo difícil, eso sí, pero magnífica novela, que después puede completar con "El viento de la luna". Yo ahora ando enfrascado en "La noche de los tiempos" y nuevamente me destoco ante esa capacidad de narrar del ubetense.

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  5. Yo estoy con mi maestro Ranzzionger: "El jinete polaco" merece una nueva oportunidad. Ya me queda casi nada para concluir "La noche de los tiempos". Y, bueno, le daré yo también una oportunidad más a "El invierno en Lisboa". Ya veremos qué pasa.

    Un beso, mi querida Dama.

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