sábado, 5 de mayo de 2012

Observar

 
Dice alguien a quien estimo mucho sin conocerle personalmente, tras colgar esta foto en el facebook precisamente para ilustrar tan enriquecedor momento, que dada mi afición a la escritura, he de aprovechar los recursos que me ofrece mi afición casi obsesiva por observar a los demás y así, soltar a volar la imaginación. Y la verdad, es algo que hago a menudo y de una manera placentera. Suelo ser puntual a mis citas, incluso llego con la suficiente antelación como para poder poner en práctica durante unos minutos mi ejercicio preferido, observar sin ser vista; no al estilo de la vieja'l visillo, sino desde un lugar estratégico donde miro sin ser vista. 
En este caso, quince minutos sentada en ese graderío de la ciudad que las Setas nos regala, lugar en el que cada vez me gusta más estar, por cierto, me proporcionaban la oportunidad de observar a todo aquel que pasara por delante. Tras de mi, una pareja se abrazaba románticamente ajena a la mirada desgraciadamente todavía extrañada de aquellos que escaleras arriba, se topaban con esa escena de amor. Para la modernez de las setas no estamos preparados, dicen, pero ni tampoco para respetar el amor sin diferencias de sexo. Por lo demás, Antonio Vega ponía la sonoridad a ese momento, en mis indispensables auriculares, mientras pensaba dónde iría la chica de los vaqueros, qué fotografiaría aquella pareja, dónde iría el señor de los brazos a la espalda y cara de despiste y sobre todo, de qué hablarían esas cuatro mujeres que estaban justo debajo mía. Antes, un niño comía un helado escaleras arribas, de esa moderna heladería de escaleras abajo que por tres euros con cincuenta te ofrecen otra modernez de helado con "toppics" o algo parecido, y su madre, vestida al estilo árabe, le decía algo que parecía una bronca al estilo árabe, escaleras arriba.
Los enamorados seguían acurrucados, Antonio Vega cantaba "El sitio de mi recreo" y mi cita, desgraciadamente, llegaba puntual, obligándome a posponer los desenlaces y las conclusiones, y levantarme de mi moderno y particular sitio de mi recreo, el cual parece haberse convertido en la perfecta atalaya para ver sin ser visto, si así lo quieres. 
(Para Luis, con cariño). 

2 comentarios:

  1. En Granada, cualquier tarde de verano entre las ocho y media y las nueve, al ir refrescándose el ambiente, gustamos mi mujer y yo de practicar el "deporte" de ver pasar a los demás y preguntarnos que harán con sus vidas; lo sorprendente es la de historias que imaginamos. Por otra parte, no te imagino yo a tí como la vieja´l visillo...

    Un beso desde Granada

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  2. Caminar nueve millas bajo la lluvia no es broma, especialmente si está lloviendo.

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