martes, 28 de agosto de 2012

La última noche

Coincidía esta tarde con un amigo quien me insistía en que la felicidad auténtica está en aquellas pequeñas cosas que te ofrece la vida, como por ejemplo, leer un buen libro. Estoy totalmente de acuerdo con él y añado más, ahí se encuentra la felicidad y me permitiría decir que incluso la verdadera libertad.
Este fin de semana me he regalado una buena porción de esa libre - felicidad con un marathón lector de casi trescientas páginas, y me he metido en la piel de su personaje como si mi apellido fuese también Avenzoar. A este libro le tenía mucha expectación, por muchos motivos que con mucho orgullo, procederé a enumerar. Puedo decir que entre café y café de miércoles en la cafetería Europa, curiosamente en la calle Alcaicería, lugar de encuentro solo alterado por la infidelidad que nos ofrecían a veces unos churros de Puente y Pellón, he visto crecer esta historia.
Francisco Gallardo, para mí Paco, es como mi Pigmalión. Él fue quien se encargó de sacar del escondite a  Reyes dejando a la dama dentro, una Reyes que ahora escribe incluso novelas, y de quien él tiene mucho que decir al respecto. Este señor, excelente médico, mejor persona y gran conversador, a quien tantas personas saludan cuando nos tomamos esos cafés de miércoles, y que en todos veo gestos de amistad sincera, ha escrito una historia maravillosa que me ha tenido una semana prácticamente entre Marrakech y Sevilla, deseando beber infusiones de menta y admirar, como su protagonista, la Koutoubia, hermana pequeña de nuestra Giralda, de quien me ha fascinado conocer los detalles del proceso de su costrucción en una Sevilla de bazares, zocos y sedas; de costumbres almohades, de secretos de belleza de las sevillanas veladas y de la cotidianidad de una Isbiliya de la época califal. Me ha fascinado completamente.
Ya ocurrió con su "Rock de la calle Feria", aunque allí tenía medio camino andado, él sabe que cada vez que Triana asoma a mi vida me la cambia de alguna manera y así ocurrió.
Como decía mi amigo, la felicidad está en esas pequeñas cosas que te encienden la luz que todos llevamos dentro, ahí está la vida misma, y yo he de reconocer que este fin de semana he disfrutado de la buena lectura en la mejor de las soledades, que al fin y al cabo es lo más parecido a la libertad que conozco.
Esta historia de la medicina de la mano de Sarah Avenzoar es una historia apasionante muy bien documentada y escrita, un paseo por Al-Andalus y por sus últimas noches, por las raíces de unas últimas noches de una dominación que tanto sabe de nosotros mismos.
Una novela maravillosa, pese a que a su autor particularmente, le tengo una alta consideración y además, le tengo un gran cariño, además de mi eterno agradecimiento y total admiración.
El miércoles, pago yo, si no hay un entierro que nos lo impida, pero cambiamos los churros por los dulces de almendra y pistacho...

("La última noche", Francisco Gallardo, premio Ateneo de Novela Histórica 2012)


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