miércoles, 24 de octubre de 2012

Luminosas mañanas bético- flamencas

A quien esperaba esta mañana se le hizo tarde, y gracias a mi puntualidad inglesa, y a saber aprovechar este don que me dio mi genética de ser sociable, me encontré sentada en una mesa de un bar cercano a los Jardines de Murillo con José de la Tomasa, Nano de Jerez, unos cafés y una luminosa mañana.
Nano no iba vestido de bombero y ni falta que le hacía. Tiene arte para dar y regalar incluso sin vestir de uniforme. Hablábamos de la Bienal, de la imposibilidad de inventar lo que ya está inventado, de bailar con una gallina en la cabeza, de Miguel Poveda, de Pasión Vega y de lo difícil que lo tienen incluso ellos dos, cantaores consagrados, cuando una llamada de teléfono nos dejó a José de la Tomasa y a mi solos en la conversación que viró, irremediablemente, hacia la calle Feria.
Para quien no lo sepa, Jesús de la Rosa aprendió flamenco de José de la Tomasa; se criaron juntos en la casa de vecinos de la calle Feria,"en la misma casa en la que ahora vivo".
"El lento", así le llamó, dejando la mirada fija en un punto haciendo sonar los dedos de la mano derecha con compás sobre el metal de la mesa mientras recordaba algo que sólo él atesoraba.
Yo aprovecho para, en una décima de segundo, quedarme con esa imagen; los calentitos saliendo por detrás del inmaculado delantal de la calentera, Nano con su voz particular hablando por teléfono y su elegante chaqueta, unos guiris a mi izquierda hablando en su lengua ante la impotencia del joven camarero, la mirada de José, su porte altivo, su melena cana y su nariz aguileña; su pensamiento y sus dedos sobre la mesa, y el teléfono que suena porque mi cita impuntual ya ha llegado a su destino.
Rompo el momento hablándole del sentimiento que ambos compartimos, el verdiblanco, y me enseña un diminuto escudo pintado en una muela. Pensaba que lo había visto todo y me equivocaba, "así la comida me sabe mejor" y completamente impresionada, me arranca una de mis discretas carcajadas.
"El Betis es un sentimiento de unión entre iguales, de gente sencilla, de gente muy humilde. El Manquepierda es nuestra identidad precisamente por eso, por reforzarnos en los momentos difíciles y salir adelante". 
Se me acerca y me canta bajito un fandango sin cantar, hablando. Una letra que dice mucho diciendo muy poco, y que me regala en una nota escrita por mi, como así me indica que haga, pero dedicada por él,  "Escribe tu que yo lo firmo al final".

"Categoría. El símbolo de mi club es arte y categoría, la nobleza por virtud y el color de Andalucía, y eso no lo tienes tu"


En ese momento me da rabia tener mi libro del Betis acabado, ya que me acaban de poner un capítulo en bandeja replanteándome la más que improblable segunda parte, y me alegro de llegar tarde a mi cita, porque la impuntualidad a veces trae consecuencias maravillosas, como esta luminosa mañana flamenca y bética.
Acontecimientos de mi vida que me hacen muy feliz, que al fin y al cabo, esa es la esencia de la felicidad, la que se encuentra en lo inesperado, en lo inmaterial o en las pequeñas cosas.
Tengo la suerte inmensa de poderlo escribir para mayor satisfacción de mis propios sentimientos. Unos sentimientos que son béticos, de la calle Feria, de mirada perdida y compás de dedos sobre una mesa, literarios, y por qué no, flamencos.


2 comentarios:

  1. Cafelito perfecto y mejor compañia. Que bien lo sabes hacer... besos

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  2. Olé...qué de cosas bonitas se esconden en lo inesparado...

    Un beso desde Granada

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