viernes, 16 de noviembre de 2012

Ausencias


Hay ausencias dolorosas y otras en las que estás expectante, ojo avizor, como viéndolas venir. Esta mañana hubo quien me dijo que echaba de menos mi ausencia y yo, parafraseando a Neruda recordé aquello de "me gustas cuando callas porque estás como ausente". A mí no me gusta estar ausente, ni me gustan los ausentes, ya que, cuando se está ausente o se siente una ausencia, no apetece decir nada, básicamente porque estás disfrutando o sufriendo dicha ausencia.
De esa conversación mañanera, improvisada y espontánea, me quedo con su inmerecido simil de que escribo con las pestañas y la inspiración para escribir esta pequeña historia de echadas de menos. Una semana ausente; ausente y con ausencias, presente en otro tiempo que para los que me echan en falta, es ligero e inexistente. Multiplicando mi presente entre gente corriente y alterna, auténtica y original, que regala pendientes para adornar un adorno vivo.
Y yo acepto su demoledora frase; "cuando piensas en el amor te vuelves de un infinito visible" e inevitablemente, acabo relacionando la invisibilidad con el amor, porque quizás en esa ausencia invisible se esconda el amor ausente. El único amor.
Y tienes razón, no se puede negar que me sienta bien la utopia. Desde que sufro la ausencia estoy más guapa que nunca, pero quizás sean tus pendientes los que propician dicho efecto.
(Para Farola, con todo mi absoluto cariño ausente y presente)

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