martes, 17 de septiembre de 2013

Corazones ridículos



Me cruzo con mis quince años en aquel oportuno semáforo vestido con chaqueta azul y corbata a rayas. Cae en la cuenta de que me conoce de algo sabiendo perfectamente quien era yo. Al menos le sonó mi cara al primer golpe de vista y eso, ya era un paso importante. Le había visto desde lejos y por supuesto, estaba nerviosa, no como ocurría tiempo atrás, en aquellos años en los que nunca reconocía mi cara. Y fue más lejos, preguntándome, al estilo del disco "Abbey Road" si no nos conocíamos de algo. Yo por dentro me alegraba de su ligera calvicie, su indumentaria de casado triste y las bolsas que asomaban por debajo de unos ojos que aún, tenían poder de convocatoria. Me acordaba de lo ridícula que se puede llegar a ser con quince años y le contesté, con guasa, que no, que se confundía, cuando estaba completamente segura de que él era quien protagonizaba mis ridículos corazones y estoy segura que él sabía que era yo, y que el tiempo en mi caso, había jugado con ventaja.
Sabía que me seguía mirando de espaldas, pero no giré la cabeza... ¿o si?

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