domingo, 21 de septiembre de 2014

Jazmines y blues

La música es emoción, sentimiento y pasión, y si es compartida además, es inolvidable. Ayer convergieron todas ellas en el flamenco, abriendo las puertas a sensaciones absolutamente maravillosas por desconocidas, lo mismo que ocurre con el blues, ése que tanta felicidad me produce al escucharlo por mucho que lo conozca.
Anoche, entre el blues y el flamenco, que ambos parecen compartir los mismos orígenes, escuché cantar a aquellos que saben que el duende es algo innato y que con él, son capaces de transmitir y trasladarnos a cualquier lugar solo escuchando.Lo veía en los ojos de quien a mi lado, me explicaba cada palo, cada compás, cada estrofa y cada segundo de lo que iba viviendo. Eso ocurría a mi lado, y lejos de mi, sentía la presencia del blues de la ausencia - presencia, de ese blues del alma que siento como mio y que puedo escuchar también, mirando unos ojos. 
Y de Triana a Nueva Orleáns, me dejé llevar por la magia del flamenco y el blues, y por el recuerdo de una noche que nunca pasará al olvido, bajo un cielo que anunciaba tormenta y sobre un escenario que invitaba a perderse, en el tiempo y en la realidad, justamente por donde Almutamid paseaba sus melancolías.
Cantaba Esperanza Fernández y a mi me regalaban jazmines. Y al otro lado del Guadalquivir, la brisa me regalaba el anhelo de quien me esperaba tras un blues. 

1 comentario:

  1. Quien espera tras el blues se encuentra prisionera entre montañas por eso no ve el cielo que ves tú. Espera que la liberes de esas montañas y la pasees por el Guadalquivir, Guadiana o cualquier estero, qué más da. Si lo importante sois la libertad y tú.

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