martes, 9 de mayo de 2017

El lenguaje inventado


Nadie por la calle, salvo mis ganas de tener una bici nueva. Seguro que iría más ligera, más veloz, despidiéndome cada día del río que me acoge, que se queda atrás  regalándome de orilla a orilla a veces, aromas de manzanilla en rama.
Mañana volverá de nuevo.
El aire fresco de la noche me recetea la cabeza, el Betis ha perdido, como siempre, y en mi cabeza, como siempre también, demasiadas cuestiones revoloteando. Mi alrededor me dice que deje de darle a la inventiva y que me peine, que no es bueno dormir tan poco, pero yo siempre tengo hambre, gracias a un desarreglo de la naturaleza o a un don divino que me impide engordar y cansarme. Que no me gusta la falsa modestia y me encanta la gente que no hace lo que debe hacer, que me gusta observar y mimar a mis pajarillos. ¿Y qué le hago si soy pasional para querer, para llorar y para enfadarme, hasta para reir?.¿Y qué le voy a hacer si me gustan los bolsos grandes, los pañuelos y montar en bici?. Si cuando escribo soy libre y libre me siento cuando me lees?, ¿y qué le hago si nunca llevo pañuelos de papel pero si lápices perfectamente afilados?. Reconozco que tengo la cabeza en las nubes y los pies bien anclados en la tierra, aunque a estas alturas dude de mi vocación de Filolóloga; las palabras valen lo que valen, y son cansancio, aunque yo te prometa inventar un lenguaje nuevo para tí, que diría la canción. Y qué le voy a hacer si me emociona a partes iguales la guitarra de Jimmi Page y las canciones de los Chichos, porque me pellizcan el alma, ése alma que tanto me gusta pellizcarme de tan diferentes maneras; cuando voy, cuando soy, cuando leo, o cuando veo. Y qué le hago si me acuerdo de quienes no están porque en ellos está mi verdad, dejándome atrapar por los recuerdos como una enredadera, y no cesar en la búsqueda de la caja de cartón de una lavadora para encerrarme dentro. Recuerdo la de veces que escuché en voces ahora mudas lo difícil que era mi compañía, cuando lo mejor que tengo es ser como soy. Y ahora que venga mi abuela, la que me compartía mi nombre, la que me cogía la mano y me miraba como nadie me ha vuelto a mirar, a gritar a los cuatro vientos que su nieta no necesita abuela. Se trata de llorar cuando se quiere llorar y amar sin límites,cuando se ama con el ímpetu del viento. Se trata de sentir lo que una quiere, bueno o malo pero tuyo, de ser libre siendo una misma, aunque nadie te comprenda, aunque te digan que lo mejor de todo es tener dinero y salud. Ya lo dijo mi Federico, lo poco que le dejaron decir; "en la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida"
Pues eso.


1 comentario:

  1. no puedes hacer nada, querida Dama, salvo sentirte orgullosa de todo y de todos los que te han hecho como eres. Salvo en el Betis, me identifico...

    Un beso desde Granada.

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