Ese día no le firmé, entre tantas firmas, besos, fotos y felicidad, no caí en la cuenta de que mi lector se había marchado.
El viernes le volví a ver en la firma de Librería San Pablo. No había tanta gente y pude observarle detenidamente acercarse a la mesa. Su aire tímido esta vez le había abandonado. Un cierto aire a Mastroianni joven, cosas de ver tantas veces "Los Girasoles". Esperaba a que yo terminase de hablar con una pareja de amigos que habían venido a apoyarme y a poner de vuelta y media al que no acaba de arreglar Santa Catalina y de camino, recordar lo que dolió la manita de marras. Se presentó con la mano y yo le di dos besos, que es algo que hago a menudo. Me dijo que le había gustado mucho mi manera de escribir, que me seguía en mi programa de radio y algunas flores que la verdad, está feo que yo misma las diga pero que me sentaron de maravilla.
Ahora colecciono experiencias como esas y otras de distinta variedad, a cual más maravillosa. Lectores anónimos que recuerdan a su padre entre mis letras, amigos que han compartido al alimón este embarazo y parto literario, desde las entrevistas con los protagonistas hasta las correcciones; jóvenes que se impresionan porque desconocen las penurias del Real Betis en tercera y gente de todo tipo que sube la foto de mi libro al facebook con un comentario que me llena de orgullo y satisfacción. Estoy que no quepo en mi de gozo y empiezo a sentirme más que pagada.
Entonces recuerdo a Antonio Rodríguez Almodóvar en una feria del libro. Firmaba ejemplares de su "Si el corazón pensara" y yo me acerqué a por una dedicatoria. Hablé con él de la pasión por la escritura y la maravillosa conexión lector - escritor. Me dijo que ese era el mejor pago para un escritor, esa magia que se produce cuando alguien ha leído lo que has escrito y ha compartido tu sentimiento. Ahí radica la conexión.
Recuerdo que me dejó en una dedicatoria una frase que me gustó y que ahora hago mía; "Para Reyes, en la complicidad de lo inefable". La hago mía porque ahora siento pagado el inmenso honor de encontrarme dentro de la palabra escritora con tantas experiencias como empiezo a coleccionar.
Una vez me dijeron, y quien me lo dijo me lo taladró al corazón, como todo lo que me dice, como todo lo que calla, que eso es "la maravillosa catarsis de escribir para desconocidos", y tiene toda la razón. Se me inunda el alma de satisfacción y el estómago de mariposas porque efectivamente, no hay nada mejor que la maravillosa catarsis que se produce al escribir para desconocidos en la complicidad de lo inefable, por supuesto.
Gracias a todos los que la hacéis posible. A todos!
¿Y cómo es posible que yo no supiera que tu libro ya está en la calle? ¡OH!
ResponderEliminarMi sincera enhorabuena por ello.
Qué bonito, Querida Dama, emocionar a la gente con los garabatos en un papel blanco. Disfruta de todo y de todos.
ResponderEliminarUn beso desde Granada...
No more anònimos. Lo siento.
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