miércoles, 29 de mayo de 2013
La décima.
Y de repente, te vienen unas enormes ganas de escribir, las mismas que aquellas que te invadían hasta dejarte sin sueño cuando empezabas a meterte dentro del traje de "dama" y así, darle rienda suelta al corazón libre y sin cortapisas. Esa libertad de palabras se empezó a adulterar, el conocimiento, la cada vez más realidad de "Reyes" en detrimento de la "dama" y la inevitable moderación de comentarios hicieron el resto. Esa libertad de escritura, esa conexión entre blogueros con un mismo denominador común y esa magia de compartir de nuevo, la maravillosa catarsis de escribir para que desconocidos ojos te lean, la he vuelto a vivir esta noche.
No tenía ni idea cuando, sentada en la silla del patio del Círculo Mercantil, tras los primeros compases de Góngora en la voz de Enrique, se anunciaban una serie de décimas entre las cuales, asomaba mi Semana Santa, esa que él y yo sabemos vivir al "sevillano modo", pese a putadas de periodistas sevillanos con muy mala leche.
Esa cuaresma del cofrade de a pie, la que se asoma de vísperas por la ojiva de San Juan de la Palma para ver en la trasera del manto de su propia semana santa, la de besamanos de Noviembre, de Santa Catalina o la de la cola casi navideña que dobla en la calle Bécquer, ha cabido en una décima de Enrique, y en mi absoluta sorpresa cuando, emocionada, oía mi nombre unido a "ese otro año más a tu lado".
Hay pequeños detalles que hace que la vida valga la pena, tienes toda la razón, como la luz de Punta Umbría, que es la misma que la de Sanlúcar, las riñas de los niños, de tus hijos o de los míos, con sus posteriores reconciliaciones, y te aseguro que esta noche de altares de corpus, fotos al estilo futbolero y vivencias blogueras, he sido feliz porque necesitaba volver a sentir ese estímulo que me llevó a ser escritora, que no es otro que tener al otro lado de la pantalla a personas capaces de compartir lo que desde un teclado, dicta el corazón y hacen suyo lo que se publica desde el blog, porque desde ese instante ya deja de pertenecerte.
Te prometí esta entrada desde la puerta del Picadero de la calle General Polavieja, junto con un mechero que tendrá todas las papeletas de ser del Real Betis. Entrada que salió después de halagarme gentilmente y de cerciorar que verdaderamente, merece la pena a veces, salir del pseudónimo y conocer a las maravillosas personas que, desde la cima o en el subsuelo, algún día, subirán al atril del Maestranza a contarnos, cómo se vive ese "otro año más a tu lado".
A Enrique Barrero, con admiración y agradecimiento.
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Gracias, Reyes. Tu generosidad es excesiva, pero te agradezco mucho tus palabras y tu asistencia al acto de presentación del libro.
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