De niña, me encontré con la bicicleta bh verde, la Nancy azafata, la caja de rotuladores Carioca, el coloreante, y siempre, un tebeo de Mortadelo y Filemón de la colección "olé", que eran los buenos. Y la inocencia.
Bajar a la calle esas mañanas de sol y encontrarte con tus amigos, todos eufóricos, dichosos y satisfechos era el mejor de los regalos. Todos con los mismos brillos en los ojos, luciendo sus bicicletas impolutas y las equipaciones del Betis con ropa de abrigo por debajo, y los patines, y los carritos de muñecas, y los walki talkis, y los balones...
Eran tiempos en blanco y negro, de cambios, con banda sonora de Los Pecos, o Las Grecas, o ABBA, de peinados al estilo Angeles de Charlie, pan con nocilla, chice bazooka, y de muchas horas de diversión en la calle, libres y felices, sin responsabilidades, solo el pasarlo bien, por eso ahora echo tanto de menos ser esa que fui. Y porque lo viví, lo quiero revivir, por ello, cada cinco de enero, sueño que al despertar me estará esperando mi vaso de colacao, el maletín de la Srta. Pepis y la inocencia de mis ocho años que cada día de reyes, renuevo y recuerdo acompañada de la imagen de todos aquellos niños de barrio que tanta ilusión tuvimos y que ahora como yo, seguro estarán pensando en lo mismo, porque aunque todos seamos dueños de responsabilidades, también somos padres, y seguro que estaremos contándoles esas viejas historias a los que ahora, deseamos hereden esa ilusión al menos, lo más parecida posible.