Frecuento una
taberna donde los tragos de vino se mezclan con las historias del tabernero, para mayor deleite de sus parroquianos.
Siempre le digo, cuando recoge sus vasos, que cambie la tiza por la estilográfica, pero que nunca nos deje sin sus maravillosos cuentos de tabernas.
Uy, como me falta a este lado del Atlántico acodarme en la barra de una taberna, con su suelo lleno de serrín y un camarero gritándome la tapa. Y que no cambien la tiza!
ResponderEliminarA ese tabernero, al que tengo la suerte y fortuna de conocer muy bien, le va a gustar mucho esta entrada. Bonito detalle amiga Dama.
ResponderEliminarY estoy totalmente de acuerdo contigo, que no nos deje sin sus magníficos cuentos.
Un beso.
Esto de dorarme la píldora se está convirtiendo en una costumbre. Bromas aparte, no es que no me guste, que me encanta (¿a quién le amarga un dulce?), pero algo de pudor sí que me da.
ResponderEliminarMe alegro de que os gusten porque los escribo para vosotros.
Un beso fuerte
¡Cómo no voy a conocer a este gran tabernero! ¡Qué arte más grande!
ResponderEliminarEl placer de entrar tranquilamente en una taberna a alta horas de la noche... en un corto instante de la tarde... o un segundo en la mañana...,y, comprobar lo que los amigos comentan para despues sentante a leer,...,eso para una persona con yo no tiene precio.
ResponderEliminarPues la verdad que yo también lo conozco,no muy a fondo.
ResponderEliminarEn Sevilla hay tabernas con tradición,el rinconcillo una de ellas.
También conozco una en triana que esta en frente del mercado con un sabor a antaño.Cristaleras enormes,barricas de vino,mucho arte y muchas historias y leyendas ........ en la cual el tato hace honor a lo suyo.
La canina seguirá cavilando .....
Esa taberna ha sido un grandisimo hallazgo para mi,espero que siga echando copas y cuentos.Saludos
ResponderEliminarAmiguísima y Dama:
ResponderEliminarUrgen datos sobre el semblante del poeta. Ya no puedo más, voy a rebentar de curiosidad.
1BESO.
El otro día, después de ver el Besamanos de la Amargura, me di una vuelta por El Rinconcillo para darme una dosis de sevillanía rancia, que yo creo que últimamente nos está haciendo falta después del paisaje que nos están dejando en el centro de Sevilla.
ResponderEliminarMe encanta el ambiente de esa tab erna, además de por supuesto sus tapas. Pero lo que más me gusta es la gente que puedes ver normalmente allí, gente de Sevilla, sevillana por los cuatro costaos. (guiris aparte claro).
En cuanto a la otra taberna, será cuestión de dfarse una vuelta pòr allí.
Saludos.
Pues coincido con D. Vicente, por la taberna objeto de la entrada he pasado poco. Por la taberna que ilustra la entrada...algo más.
ResponderEliminarAunque, voy a ser un poco crítico con la segunda. Ha dejado de ser taberna referencia de sevillanía a ser prácticamente un punto de visita turística.
Siempre me cuenta mi padre, que tiempo ha, llegó a presentar suspensión de pagos. Mi padre es "mu esajerao", pero no me extraña. Si esa ventana-balcón hablase...
Fdo.- Orfila.
Ya sé que aquí se está hablando de una preciosa taberna virtual, pero yo quiero referirme a una de las de verdad… perdida en el tiempo. Y que a pesar de haber visto ya tabernas, bares y restaurantes de todas clases, aún sigo echando de menos… bueno, en realidad la echamos de menos la señora Carrascus y yo.
ResponderEliminarPorque era aquella una taberna que había en la esquina de Santa Clara con Lumbreras, regentado por un matrimonio de viejecitos que tenían el local, un bajo, casi en bruto, con unas mesas destartaladas en las que se veían dominós y tableros de ajedrez y damas, por lo que suponíamos que en aquella taberna entraría alguien más los días entre semana, porque los domingos con la noche recién entrada, los únicos que habíamos siempre allí éramos nosotros dos.
Hablo de hace muchos años… a mediados de los ’70. Estudiantes sin apenas un duro para el cine y un par de botellines de cruzcampo con las tapitas de rodajitas anchas de chorizo del de hacé de comé… contigo pan y cebolla. Amor.
Siempre que pasamos cerca de allí nos acordamos de aquellos viejecitos.
Me gustan mucho las tabernas, tanto la virtual que comenta la Dama como las de barra de madera que comenta Carrascus.
ResponderEliminarLa primera procuro visitarla casi todos los días, las segundas me gusta al menos dejarme caer una vez a la semana.
Mira que me das envidia con esa vida que hay ahí afuera y que yo estoy condenado a perderme.
ResponderEliminarCabezota, me dejas de piedra con tus palabras ¿Que te pasa? ¿Donde estás?, mira que cojo mi coche (con familia de rumanos incluida) y voy por tí, ya te estoy pidiendo una tortilla de jamón.
ResponderEliminarY cierto, Orfila, si la ventana balcón hablase, seguro que me decía ¿Qué pasa, Reyes?.
Carrascus, esa taberna que mencionas no la conozco, pero que razón tienes, que buenos ratos he pasado yo en compañía en la de mi admirado Pepe "el muerto", ¿y quien no?
En cuanto a la ciber Taberna, querido tabernero, no volveré a regarte el ego, pero por última vez te digo que tus cuentos son maravillosos.
Gracias atodos, indudablemente, si alguna vez nos citásemos todos para conocernos, el lugar está claro.
Dios Santo, ahora todo empieza a tener sentido, el Tato es.... jodeeeeeeer, pronto nos veremos las caras, al menos espewro que si me ven por alli me saluden ya que yo a la mayoria no les conozco "de vista". Que maravilla de gente.
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