martes, 27 de noviembre de 2007
Libros usados
La Plaza Nueva estaba muy animada, respiraba ambiente navideño, la gente paseaba después de ir o venir de compras, unos indios actuaban para su reducido público entre plumas y flautas andinas, un mimo bailaba acompañado de una damisela formando parte de la misma persona, para mayor disfrute del respetable mientras yo me perdía entre miles de libros que alguien dejó de leer o que ya no quisieron, y que se ofrecen al público por un precio módico. Libros usados, con dedicatorias, fechas y firmas pertenecientes a otros dueños y que ahora forman parte de mi, para mayor derroche de imaginación de esta soñadora irremediable.
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Me sorprende gratamente que aun se sigan montando estos "mercadillos", tan utiles como necesarios. Hecho de menos un acontecimiento asi en mi localidad, al menos uno que sea de consideración. NO se si me encontraría por alli con Caraballo y Cia. Estoy deseando saber que opinan sobre la compra-venta de libros usados, mas aun desde su critica abierta al "intercambio" de libros de texto.
ResponderEliminarYo soy un obseso de los libros. Para mi tienen un valor intrínseco más allá de la lectura. De hecho compro mucho más de lo que leo. Creo que soy algo fetichista con ese tema...
ResponderEliminarPor cierto, la imagen que has colocado me gusta. Y hablando de imagen. Me metí en tú post sobre La Habana... me encantó pero me faltaron por ver esas 350 fotos.
Querida Dama gracias por recordarme que en la Plaza Nueva tenemos la Feria del Libro Antiguo.
ResponderEliminarUn saludo
Si la lectura ya de por si es un placer, sumarle esa posibilidad de soñar donde habitaron esas letras antes de llegar a nuestras manos, se convierte, como bien dices, en un apasionante misterio.
ResponderEliminarMe encanta la feria amiga. Es un oasis donde me pierdo y me dejo llevar por el paso del tiempo, sumergido en el ir y venir de aquellos libros que, como en una ocasión leí, tienen el alma de quien los recorrió con sus ojos en una ocasión. Ya sabes que he estado liado, pero quiero ir lo antes posible.
ResponderEliminarGazpacho con arepa, me pasa exactamente lo mismo que a ti. Para mi los libros son una droga...
Un fuerte beso querida amiga.
Amiguísima Dama:
ResponderEliminarPo habrá que llegarse si todavía es posible.
1BESO.
Me acaban de devolver la Sombra del Viento de Carlos Ruiz Safon,si alguien lo quiere leer.se lo "empresto".Saludos
ResponderEliminarP.D.El otro dia hablabamos de los TBO y comics como se dice ahora,pues pasaros por la Libreria Don Cecilio en la Feria del Libro y vereis cosas antiguas y muy bonitas
Yo también, amiga Dama, soy un obseso de los libros antiguos. Aunque quizás mejor debería decir que lo era. No sé como estará ahora la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, pero la verdad es que les perdí mucha afición porque se convirtieron en realidad en Ferias del libro de saldo, y dejé de acudir a ellas. Donde sí pasaba horas rebuscando libros antiguos de los de verdad, de esos que dice usted con dedicatorias, fechas y firmas de otras personas que alegraron sus vidas con ellos, era en la librerías que había en Sevilla dedicadas a ellos. Yo tenía tres favoritas, en las que casi pasaba más tiempo que en los bares, la que había en la calle Rivero, otra en la calle Feria, cerca de la Plaza de los Carros, y sobre todo en otra que, curiosamente, es de la que no recuerdo el sitio exacto... estaba por el triángulo de las calles Amparo, Viriato y Viejos...
ResponderEliminarAnda que no hace ya tiempo ni ná de eso...
Recuerdo que en una ocasión mi abuelo me llevó a una libreria de viejo en el Puerto de Santa Maria, solo recuerdo que estaba cerca del Castillo de Luna, al principio de una calle muy larga.
ResponderEliminarMi mejor recuerdo de aquel lugar, que ya no existe, es el olor de los libros.
Yo me he dado ya dos vueltecitas por la Feria y en ambas en pescado algo. Es lo que tienen los libreros de viejo, que intercambian, compran y venden y de un día para otro hay cosas distintas.
ResponderEliminarUn beso Dama.
carrascus, creo que la librería que dices era la que estaba en la calle Don Pedro Niño. Era la mejor
ResponderEliminarYo suelo ir porque me encantan los libros, viejos o nuevos y siempre me llevo algo.
ResponderEliminarEsta vez ha sido uno de Cabrera Infante que no había leido, otro de poetas del 98, viejo y sucio, de 1965, de Buenos Aires que alguien dedicaba a una tal Mª Teresa, para que fuese feliz, escrito elegantemente y por último, uno de Miguel Delibes, la sombra del ciprés es alargada, que en su interior guardaba una entrada de "Cita en Sevilla".
He ahí el encanto.
Se me acumula el trabajo...
En cuanto a las librerías de viejo, Carrascus, en la Plaza de los Carros había una estupenda, donde actualmente creo que venden móviles, y otra cerca, en la esquina, que aunque no encuentres joyas, la chica que atiende es un encanto (no como su padre...).
De vez en cuando me paseo por una que hay en Los Terceros, ahí si que hay cosas interesantes....
La conozco amiga Dama. Es una pequeñita cuyas paredes estan repletas de estanterías de libros antiguos. Me encanta. Quizás nos veamos allí...
ResponderEliminarUn beso
Cuando el Jueves era el Jueves también se pillaban algunos ejemplares usados muy interesantes. En la biblioteca paterna de mi casa hay más de un libro de cofradías de muy antigua edición proveniente de allí, algunos además con esas dedicatorias que incitan a dejar volar la imaginación.
ResponderEliminarEstoy a punto de llegar a la autoflagelación porque todavía no he podido ir a la Feria. Espero que me dejéis algo para el fin de semana. A ver si puedo ir.
ResponderEliminarAhora tengo poco tiempo para leer, pero los compro y los guardo para el verano que es cuando me harto.
Por supuesto, amigo Gazpacho, que me refería a la de la calle Don Pedro Niño... sabe? es que nunca supe bien distinguir entre esa calle y la calle Amparo... las dos confluyen y llegan juntas hasta la Amargura...
ResponderEliminarPero sí, allí es donde estaba la tienda de Fernando, el barbudo y enrollado librero que, cuando te veía interés por algo y que andabas corto de pesetas (la época de estudiante...) te rebajaba los libros, cuando no te los regalaba del tirón. Y se metía contigo en aquellas montañas a rebuscar... era la mejor tienda, sin duda. Aunque la señora Mercedes, de la calle Rivero también sabía de qué iba este asunto de los libros viejos. Lo que ocurre es que ella lo tendría, supongo, más como negocio, y no se enrollaba tanto a la hora de facilitarte las cosas.
Me pasaré por la Plaza de los Terceros, amiga Dama, no sabía que ahí había una tienda así, gracias por la información. Hace muchos años sí que había una tienda similar allí, ya casi entrando en la calle del Sol. No era de libro viejo en sí, sino de libros de saldo... pero en aquellos días aún se podía encontrar algo interesante en esa clase de libros... al menos para el punto de vista de un niño, claro. Todos mis primeros libros de Verne, R. L. Stevenson, Dumas, Conan Doyle, London, Conrad, H. G. Wells... salieron de esa tienda.
La feria está bien...
ResponderEliminarpero es una lástima que durante el resto del año estas librerías de viejo estén vacías...
y no por nosotros, que nuestro mayor goce es rebuscar y rebuscar, poniéndonos negras las yemas de los dedos, hasta encontrar ese incunable que nos llena de orgullo...
es por los libreros.
Luis de El Desván tuvo que cerrar su increible tienda de la calle Pedro Niño, aquel surrealista laberinto donde hasta en el servicio del patio había libros. Claro que Luis tira millas y se llevó su buena parte por el edificio... y sigue vendiendo, sobre todo su catálogo de incunables que es lo único que le salía medio rentable...
El Oso cerró porque se rejuntó con la de Rumaiquilla (¿?), o al menos esa era la historia que nos montamos en el grupito cuando vimos hace unos años que rejuntaron el local...
Ahí sigue La Americana, toda una clásica, a la vuelta del bodegón de Mateos Gago...
Hace tiempo que no voy por Los Terceros, donde hice gran parte de mi biblioteca de arquitectura, y donde se organizaban terroríficos debates sobre encuadernación francesa...
En fin.
Encantadora entrada, querida Dama. Parece que casi todos los que visitan tu rincón son unos enamorados de los libros. Yo también. Últimamente ando escaso de tiempo, pero habrá que sacarlo para darse una vuelta con los niños y la señora. Cuando me ve rumbo a la sección de libros de los "carrefures" e hipercores mientras ella hace la compra, me teme.
ResponderEliminarEn estos tiempos de tecnología mal entendida, de desprecio a nuestros clásicos y maestros, de alergia a las letras, de sabiduría de wikipedia e ignoracia de enciclopedia, da gusto ver que hay gente que sigue adorando el aroma rancio a libro viejo, el olor a tinta oxidada que troqueló en su alma de papel eternas historias intemporales, ensayos espléndidos, reflexiones provocadoras, sentimientos inmortales....
Un beso enorme
P.D.: Te debo un cuento. Te mereces un cuento. Si no consigo cazar el que me robó al vuelo aquella azafata que me miraba mientras dormía, tendré que esperar a que las musas me chiven al oído uno a la altura de una devoradora de letras como tú.
Me has hecho llorar, Tato.
ResponderEliminarTe aseguro, que los millones de pajaritos que me acompañan desde niña, todos y cada uno, han salido de un libro o de un tebeo.
Una vez mas, gracias.
Ciertoooo... Eres Mi Cruz me ha hecho recordar mejor... el barbudo simpaticote que me vendía los libros en Don Pedro Niño se llamaba Luis, no Fernando, como la traición de mi memoria me hizo escribir más arriba. Y la tienda, "El Desván", que tampoco lo recordaba... el tío me guardaba las novelas de Agatha Christie que me faltaban por leer, y yo ahora le pago olvidándome de su nombre... hay que ver!!!
ResponderEliminarAl menos la viejecita de la calle Rivero sí se llamaba Mercedes, no?... o tampoco?
Me alegra saber que Luis sigue vivo y, sobre todo, que sigue vendiendo.
Luis se exilió con sus libros a un local de la avenida de la Cruz Roja, que compartía con un estanco, pero al final dejó este último enclave y actualmente no está ubicado en ningún sitio fijo, porque los precios de alquiler en el centro están por las nubes, aunque se le puede encontrar todos los jueves en "el jueves".
ResponderEliminarSolo tú consigues estas agradables reuniones querida Dama. Sigue siendo el saloncito de Internet.
ResponderEliminarUn beso.
Luis es un genio de rancia falsía...
ResponderEliminarSi le pides opinión sobre un libro o autor, sabe perfectamente cuales son las palabras que quieres oír...
"¿Ovidio? ¡¡¡och!!! ¡qué bueno el Ovidio!"
Un día te contaré algo del Greenwich Village...
Es curioso que sigan existiendo estos tipos de mercados. Y preciosa la afición que tienes por los libros.
ResponderEliminarMe habéis hecho revivir una de esas imágenes borrosas de la infancia, acompañando no sé a quién en esa desaparecida libreria de viejo de Don Pedro Niño.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa Feria del Libro Antiguo y de Ocasión es una oportunidad única para hacernos con aquel volumen descatalogado que no encontramos en los sitios comerciales o aquella otra joya perdida y enmarañada que unas manos desconocidas dejaron de acariciar para amar una historia besándola con los ojos.
ResponderEliminarPues ya somos más de un ratón de bibliotecas y librerías de viejo y adictos a ferias librescas que compartimos esa bonita ilusión de remirar "stand" por "stand" a la caza de alguna joyita. En mi cuarto ya los libros están apilados en el suelo; no me caben en estanterías y sigo...
ResponderEliminarSaludos.
Yo también soy un lector empedernido, pero maniático. Tengo los libros como si los acabara de comprar. No aguanto que se les doble ni un piquito de una página.
ResponderEliminarLas librerías de viejo son fascinantes, pero no suelo comprar en ellas.
Así haciendo memoria creo que los únicos libros usados que tengo son la trilogía de El Señor de los Anillos en inglés.