sábado, 20 de febrero de 2010

El efecto " Sandy maidarling"

Y le costó salir de su particular armario, pero necesitaba sentirse viva. Dejó su uniforme de pasar desapercibida, se pintó los labios y levantó la mirada, liberó su melena rubia acostumbrada a estar encerrada por la esclavitud de un pasador, enfundó sus piernas en unas oscuras medias y unas botas altas y salió a la calle a comerse el mundo dispuesta a volver con la autoestima por las nubes. Las primeras miradas masculinas con las que se cruzó, la retaron y ella, valiente, las sostuvo sin temor. Uno a cero. La vecina que aseguraba no reconocerla vestida de esa manera, no le dijo esta vez lo delgada que se estaba quedando, ni que parecía enfermiza. Notó que en sus palabras había un ligero toque de envidia y supo que estaba siendo superior. Dos a cero. El definitivo tres a cero lo pusieron los albañiles del futuro centro de salud de su barrio, pero de sobra sabe que es un disfraz, que no es ella, aunque estemos en carnaval y esa sea la excusa perfecta para darse un baño de amor propio.

6 comentarios:

  1. Me hubiera gustado estar trabajando en esa obra, para haber contribuido al subidon.
    Debió ser maravilloso.
    Un beso

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  2. Quizás no sepa que ésa también es ella, sólo está un poco adormecida ó acostumbrada a permanecer en la retaguardia.
    Dile que repase de cuando en cuando, el fondo de armario: ¡Puede llevarse una sorpresa mayúscula!.


    campanilla.

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  3. Pero si los albañiles de ahora son metrosexuales que se depilan el pecho y toman actimel en vez de litronas...
    :-)

    Ya me voy haciendo el cuerpo que falta una hora y media.

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  4. Tal vez su disfraz era el que llevaba todos los días, tal vez hoy sacó su verdadera identidad.

    Un abrazo

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  5. Qué pena que no hubiese ni una pequeña foto de esa goleada.

    Lástima.

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  6. pues aunque no sea ella...
    y estemos en carnaval...

    niña... no te bañe que yo te limpio...
    te voy a dejar el propio pa enlatarlo en aceite...

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