lunes, 1 de noviembre de 2010

Con los dedos de una mano

Tuve un amigo, porque creo que lo tuve, por mucho que me duela reconocerlo, que me contaba como uno de esos dedos de la mano que tienen el poder de nombrarte con categoría preferente en el ránking de la amistad, de la buena de verdad. Hace poco tiempo que comprobé que era mentira y aún me pregunto porqué me sigue doliendo tanto. Quizás porque cuando me veía no se conformaba con un saludo, me abrazaba fuerte y se alegraba de verme tanto que hasta provocaba ciertas molestias matrimoniales. Cuando consiguió ocupar su corazón nos echó sin piedad a todos los que ocupábamos el sitio que él se encargó de incompatibilizar, sigo sin comprender qué tienen que ver amigos y amor, aunque si aplico los sabios consejos de mi admirado Benedetti, puedo respetarle por calzonazos básicamente, que no comprenderle. Ahora se ha dado cuenta de que ha perdido a una amiga, y anda recordándome, entre otras cosas, la de años que han pasado de aquella sesión de Luke Skywalker en el cine Fantasio, porque se empieza a dar cuenta de que no ha sido justo conmigo y que verdaderamente yo le quería como a un dedo de mi mano. Me lo decía en una calle de un barrio que sabe mucho de nuestra amistad y en un día clave para reencontrarse en esas calles, y yo, que soy tan poco rencorosa, comenzaba a creer que de nuevo volvía a ocupar su mano dejándome llevar por mi manera de ser, hasta que caí en la cuenta de que quizás hay gente que no merece la pena, por muchos años que haga de aquella tarde de cine.
Y me despedí de él con la sensación amarga de la amistad perdida y la cruel realidad de que cada vez es más difícil encontrar gente de verdad, al menos de las que sus abrazos sean verdaderos, o por lo menos, su amistad.

6 comentarios:

  1. Uf, qué mal rollo (como se dice ahora). Lo malo de estas cosas es que la onda expansiva no se limita a la persona en cuestión, sino que cuestiona, precisamente, toda nuestra seguridad sentimental. Ánimo, sigues teniendo cinco dedos y dos manos.

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  2. Ejem, ejem, quería decir cinco dedos en cada mano, que me estaba imaginando los cinco dedos repartidos en las dos (3 y 2; 4 y 1) y quedaba un poco extraño...

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  3. Amiga dama, ha veces uno/a pone en la balanza de la amistad su corazón y la balanza se desplaza a favor del contrario…..pero ese corazón siempre estará en la balanza para hacerle un masaje reclamando su atención.
    Creo que no se me entiende, jje, pues eso, que el que da lo que tiene no se le puede pedir mas….bonito análisis sobre la amistad y si uno no es correspondido (será porque nunca ha sentido lo mismo)
    Un abrazo Juan antonio

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  4. Ufff… creo que estoy en el peor momento para comentar esta entrada.
    Desde luego, creo que metafóricamente me he quedado un poco manca, he perdido unos uantos dedos, y lo peor es sentirse idiota, porque me he sentido así…
    Pero bueno, seguimos caminando, estas cicatrices por desgracia enseñan muchísimo…

    Kisses

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  5. Amigas Reyes y Mercedes.
    Aprovecho el comentario para las dos, porque creo adivinar que estáis en el mismo mal momento ambas.Despues de un montón de desengaños, y de olvidos, también por mi parte, el que este libre de pecado que tire la primera piedra, he llegado a una única conclusión, las verdaderas amistades, son escasas como las piedras preciosas, y desgraciadamente, a veces, tan falsas y sobrevaloradas como estas.Besos, y arriba ese ánimo.

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  6. La amistad es una dulce y difícil responsabilidad y el que no sabe ser coherente en, y con, ella lo lleva mal.
    Animo y al toro.

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