sábado, 13 de noviembre de 2010

Observar afortunadamente

Observar a la gente suele dar sus frutos, ejercitas la imaginación y además, si no tienes nada mejor que hacer mientras esperas a alguien, te entretienes bastante.
Ayer me quedé sin tiempo suficiente para analizar detenidamente a todos los que salían o entraban del metro de Puerta Jerez, a los cuales divisaba perfectamente mientras mi compañía se lo pasaba en grande subiendo y bajando las escaleras mecánicas.
Una pareja daba buena cuenta de ese amasijo incomible en forma de columna que tanto gusta últimamente, a su lado, el portero de un centro comercial charlaba animadamente con un señor en silla de ruedas que optó por levantarse y estirar el respaldar en una de las ausencias del vigilante al más puro estilo Andy y Lou de "Little Britain". Unos argentinos vendían pulseras, a uno de ellos una pija agarrando un bolso más grande que ella misma, le regateaba un vergonzoso 2 x 1, un boliviano calcetines y un español, unas piedras engarzadas que de buena ganas me habría llevado puestas todas. Castañas, hamburguesas, chucherías, prensa, tabaco e incluso una exposición fotográfica a mis espaldas, todo un abanico de posibilidades para matar el tiempo de la espera que yo, afortunadamente, siempre opto por darle rienda suelta a la imaginación. Así me va.









7 comentarios:

  1. Ayer fui a un sitio mejor, Dama. Una tienda de segunda mano (se encuentran objetivos fotográficos excelentes), en cuyo anexo estaba la oficina de empeños, con una cola abarrotada de gente con bolsas. Qué fauna, qué crisis. Lo mismo estaban los argentinos que la pija de los que habla.
    Un placer volver por aquí.

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  2. Sin lugar a dudas, de ese lugar en el que encontró aquellos accesorios fotográficos, salen miles de historias, tanto de sus parroquianos como de sus curiosos. Cierta vez, curioseando por una de ellas, había un señor con un amplificador que hacía cola en la sala de empeños anexa. Caí en la cuenta de que era más interesante observar a la gente que hacía cola, cada uno con el objeto más dispar, que a los curiosos como yo que a punto estaban de adquirir un plato giradisco a un precio increíble.

    Y el placer es mío, Sr. Avilés. Queda usted emplazado a volver cuando guste, siempre estaremos encantados de recibirle en este humilde salón.

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  3. Buenos días querida Reyes.Pues mira por donde yo también desde hace mucho, como puedes leer en mi ultima entrada, disfruto "controlando" al personal, mirándolo, estudiando sus movimientos, intentando adivinar a través de sus gestos de sus expresiones cosas de ellos, aunque sean desconocidos, hasta entonces, para mi.Mi mujer dice que soy un gran cotilla, yo que soy un gran observador.Besos amiga y gracias.

    P.S. - Oye, ¿que paso con la música en el blog?.No te convenció el resultado, o es que no te lo explique bien,Dime lo que sea .

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  4. Cuando tenga mi pierna bien, volveré a ser usuaria de ese metro de lunes a jueves…
    Me sigue pareciendo extraño, como si al entrar en él cambiara de ciudad… Llego a la UPO y el sentirse fuera de Sevilla es completo…
    A la vuelta, me interno en la Avenida, y todo comienza a ser reconocible, paso por delante de la Metropolitana, y me siento afortunada por haber vuelto a mi ciudad…
    Una paranoia brutal la que me causa el metro como puedes ver…
    Un besazo

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  5. Hace tiempo que tengo ganas de coger el metro, pero es que me cuesta recordar que lo tenemos y que me puede servir para ir a Nervión de compras o de tapitas, cosa que me encanta hacer con frecuencia últimamente. Respecto a lo de pararse y observar, siempre tuvo su encanto, y sobre todo es entretenidísimo.

    A ver si me cambias el enlace, que el que tienes puesto ya no lleva a ninguna parte.

    Un besote, dama.

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  6. La imaginación es tan independiente, la puñetera...así nos va.

    Ya concluí "Lo que me queda por vivir". ¿Y tú? No te digo nada, pero espero tu entrada sobre ese libro.

    Un beso, mi querida Dama.

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