El número 26

Cuando Rubén Castro, sin darnos tiempo a calentar el asiento, metía el primero de los cuatro goles que cerrarían la tarde en la que el Betis se encontró con él mismo, no supo qué hacer para celebrar su tanto, supe que serías el protagonista de una tarde anodina y gris para jugar al fútbol en donde el fútbol es algo más que un juego.

La lluvia débil asomaba por la ciudad del Sol y yo me acordaba de otra lluvia derramada por los ojos de un niño que sólo sabe ser campeón y luchar para ganar. Es impensable que alguien de esa edad tenga que enfrentarse a la jugada más difícil de su vida deportiva, pero sabe ganar y sabe luchar y además, se empapó desde que llegó a esta casa de manquepierda y espero que esta filosofía le sirva como apoyo y ayuda en el duro partido que le toca jugar.

Pero vuelvo a Rubén Castro. Capté su gesto como un acto solidario ante quien desde la otra punta de España estoy segura que estaba dentro de esa camiseta que desde el banquillo, el utillero le facilitaba para enseñarla, rodeada de compañeros, a la afición que coreaba su nombre tomándoselo prestado a la cantinela que se le dedicaba a las galopadas en busca del sombrero verde de aquella inolvidable gacela nigeriana llamada Finidi George.

Media España para sentir el verde esperanza y el clamor de las gargantas verdiblancas que te trasladaban la alegría de cuatro goles, el afecto y el cariño de los que sentimos el verde y el blanco y que ya eres, por lucir esos colores, uno de nuestra familia. Tres gestos hermosos de compañeros mostrando tu camiseta. Sabrás que cuando se trata de que la afición de tu Betis anime, de este equipo que ha tenido la suerte de conocerte, no existen fronteras ni existen kilómetros, con lo cual espero que allá en tu tierra sientas el calor de esta afición que está contigo, como dice nuestro himno.

Ahora te toca defender un partido difícil, pero estamos seguros todos los que amamos ese escudo que defiendes, y otros muchos que aman otros escudos, que sabrás luchar para dejar tu portería a cero, como sueles hacerlo sobre el terreno de juego. Nosotros, los aficionados que sufren, cantan, animan y sienten, los de las pipas y los carnés, las banderas, las bufandas y los corazones a trece barras, al igual que lo han hecho tus compañeros, también somos tu número veintiséis y tu Betis, y te esperaremos ansiosamente con los brazos abiertos para que vuelvas a correr la hierba del Villamarín en primera división.