martes, 26 de abril de 2011

La casa en ruinas

Aclaro que la casa en ruínas que soy yo fue el final de un texto que me venía de miedo para ilustrar la canción que adornaba la entrada. Yo nunca estoy triste, al menos no se me ve, porque por la calle o llevo el ojo derecho guiñado por el sol, como manda mi código genético familiar y mi adversión a las gafas de sol, o me estoy riendo, como una vieja sentada en la puerta de una casa. Mi casa en ruinas que soy yo no puede estar mejor recompuesta en estos momentos, querido amigo. Mi casa en ruinas está segura, apuntalada y además, dispuesta a ser reformada por fuera, ya que por dentro lo está y con creces. Con los años, la fachada se viene abajo en cierto modo y con ello, poco podemos hacer. Tienes, como esta primavera sevillana, o como Iriney o Beñat, buena parte de culpa de que mi alegría desaforada por cumplir los objetivos sea real, lo sabes de sobra, y me alegra no sabes cuánto, que alguien se preocupe porque encuentre entre mis letras un mínimo ápice de decepción o de tristeza. Siento haber dado esa imagen, querido amigo, pero ayer pudiste comprobar con tus propios ojos que no puedo estar más contenta, aunque la lluvia me haya chafado un poco la alegría que encierra la casa en ruinas que no soy yo, te lo garantizo.
Para Rafa con cariño, sin piercings, ni cutex, ni camiseta de Jethro Tull...

1 comentario:

  1. Querida Reyes, hasta para "las mejores casas en ruinas" existen buenos restauradores. Buenos cimientos aprecio en estas palabras.
    Un saludo que ya queda menos para el gran día.

    ResponderEliminar