domingo, 25 de septiembre de 2011

Dedicador, Dedicado y Mozart

Esto no cabe en una dedicatoria, pero cabe en lo que ni se escribe, ni se dice. Sevilla sin sevillanos, toros en las barras de los bares, como si de un feísimo cuadro de Frida Kahlo se tratase y sobre todo, el inmenso placer de compartir y conversar. Cuando dedicas un libro, tienes que pararte a pensar segundos antes si será un libro de hoja perenne o arrancable o de hoja caduca. Suelo dejar lo que me viene al pensamiento y ya se sabe, el dedicado quizás, sea alguien especial para la dedicadora y ello ya es suficiente motivo como para dar rienda suelta a la sucursal que tiene mi corazón en mi bolígrafo negro de dedicar, son los gajes del escritor. Todavía me suena grande esa palabra. Por ello a veces, me cohíbo a la hora de explayarme en mis dedicatorias. Te dejé encerradas en la primera página algunos goles, menos de los que nos hubiera gustado, y en el aire lo que me gustaría emular a Julia Roberts en "Pretty Woman", y comprobar, por enésima vez, la posibilidad de que los sueños se me cumplen y escuche alguna vez en mi vida a la Reina de la Noche cantar esa famosa aria de "La flauta Mágica". Aquí escribo libremente y puedo acabar lo que no se acaba en el borde de mármol de una fuente escondida entre la modernez más moderna.
Dedicatorias ocultas, canciones secretas y el maravilloso placer de encontrase con gente por la vida que merece muchísimo la pena, gente a la que siempre le quedará Euskadi...

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