viernes, 27 de enero de 2012

El tabernero

Quien me anunciaba esta tarde su pérdida fue el mismo que me advirtió, meses atrás, que la cornada era severa. Estaba tan afectado contándome su despedida como lo está, posiblemente, media Sevilla.
Recuerdo aquel jueves de este pasado diciembre, primer día de besamanos macareno, cuando me lo encontré en el patio de la Basílica. No sabía que sería la última vez. Nos saludamos y conversamos mientras yo esperaba a quien me anunciaba esta tarde su pérdida. Después, el destino quiso que los tres coincidiésemos hablando del Real Betis Balompié por los viejos adoquines en el camino que conduce desde el Arco a Casa Mariano.
Yo me consideraba afortunada allí, desde la tribuna del viejo mostrador de regusto rancio a Pumarejo, observando a mi amigo y al tabernero, tanto al de dentro, como al de fuera, como tomaban el pulso a esta ciudad de la mejor manera que se puede tomar en esta ciudad, con buen humor. Noté, mientras contaba cualquier cosa, la importancia de esa cornada en unos ojos que quizás, ya no volverían a ver esa plaza, ni esos adoquines macarenos, ni esas gestas que vendrán desde el Villamarín. Esos ojos no eran aquellos que llevaban la olla de caracoles desde su taberna a la Velá de su y mi cofradía, en la carpa que se instalaba en la parte trasera de su y mi Santa Catalina.
Nadie le cantó una saeta al armazón del paso de cristo de la Exaltación al pasar por la Plaza Rialto, salvo él, en una de esas mañanas de mudá soleadas de ambiente cofrade, Tremendo y Rinconcillo, aunque él no cantaba saetas, ya lo decía Gandía. Desde ese día supe que era único, porque esas cosas no suelen ocurrir a menudo. En una taberna de Santa Catalina ocurrían esas genialidades que desde hoy, se han quedado sin quitapesares para siempre.
Qué lástima.

6 comentarios:

  1. A Sevilla se le ha ido uno de sus hijos que, con esa eterna sonrisa, conseguía que éste hermoso rincón del mundo sea tan especial. D. E. P.

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  2. Querida Dama; verás como en el cielo, se pone a echarle broncas por tientos a "to quisqui" pa que arreglen de una vez Santa Catalina. ¡qué lástima, como bien dices!. Un beso.

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  3. con ese don que tienes para expresar lo que sientes y enganchar al que tiene el privilegio de conocerte,sabía que en este día tan triste para nuestra ciudad y para los béticos/as, no podía faltar tu crónica. D.E.P

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  4. Seguro que en el silencio de la noche se seguirán escuchando por Sevilla los ecos de su voz, que nunca se perderán. Gran pérdida. DEP.

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  5. ...y su voz seguirá inundando el Cielo de Sevilla, sólo que ahora, para él, desde más cerca.
    DEP

    Un beso desde Granada

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