miércoles, 11 de septiembre de 2013

Once

Lo mío con el número once es de estudio. Nací un día once, el mismo día que Iniesta le regalaba a España su primer mundial de fútbol, mismo día que en el mundial de España de 1982, el italiano Paolo Rossi levantaba la Copa de Campeones y que el Real Betis ganaba su segunda Copa del Rey. También han habido caídas de meteoritos y terremotos, muchos, curiosamente. Quizás tenga que ver lo sísmica que soy yo, y algunas efemérides tristes; asesinato de Allende y golpe de estado chileno, Torres Gemelas y Madrid, no lo olvido, precisamente porque ocurrieron en día once.
Siempre empiezo los proyectos los días once, los grandes acontecimientos y las grandes decisiones, si es que las tomo, las hago coincidir con dichos días. Puede parecer una tontería, pero para mí, tiene su importancia.
Empiezo a escribir lo que tenga que empezar a escribir los días once y casi todas las grandes cosas que me pasan, tienen que ver con ese número.
Regresé de Madrid, tras un fin de semana importante, en el asiento once del AVE, por azar, el mismo número que ocupé en el teatro romano de Itálica para ver a Aristófanes, la butaca del Lope de Vega donde disfruté de Jorge Drexler y la misma puerta por la que entré en la plaza de toros de la Malagueta a ver a Mark Knopfler, y que tanto supuso.
Hoy es día once y el azar ha querido que para siempre, se quede señalado este día por ser un completo día digno de ser el decimo primero del mes, incluso va unido a una hora que casualmente, iba con once minutos de retraso sobre las once. Y por esas cosas maravillosas y mágicas que tiene el destino y el azar, mi alma desde hoy, día once de Septiembre, tiene un motivo más para estarle agradecido al almanaque.

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