viernes, 5 de septiembre de 2014

Canciones

Inevitablemente, las canciones a veces, se convierten en personas y es imposible desvincularlas de esos recuerdos por mucho que queramos. Tuve un amigo que se fue demasiado pronto y sin avisar, dejándonos a todos con la temprana sensación de pérdida que aún hoy me acompaña cada vez que por mi barrio, recuerdo las calles que tantas veces pasamos juntos. Siempre que escucho a Tony Hadley, la voz de Spandau Ballet cantar aquello de "through the barricades" él regresa a mi lado. Lo mismo ocurre con la copla de Juanita Reina, "Francisco Alegre" y mi abuelo silbando, o aquellos veranos unidos a una banda sonora; Los Chichos, y una incombustible "Mujer cruel" sonando en 1980 desde la máquina de discos de un chiringuito sanluqueño; Mike Olfield, mi hermana y su "Moonlight shadow" volviendo de la playa en el 127 turquesa de mi padre con la palanca de cambio llena de motivos marineros o el eterno "Verdiblancos los colores que defienden mi afición", siempre, en mi banda sonora familiar. O la voz de Jesús de la Rosa colándose por el radio casette de mi madre, que era de Ceuta, y dejando para siempre en mi corazón, esa luz que todos llevamos dentro.
Canciones que duelen, que alegran, que transportan, que sanan. Canciones oportunas, injustas e incluso fundamentales. "Comfortably numb", Pink Floyd y la orilla izquierda del Guadalquivir, canciones que saben a besos y a pan con nocilla, a tardes de lluvia con los "perjúmeres mujer, los que me sulibellan", y a atardeceres mágicos por la orilla de Bonanza, en los que escuché a mi corazón mientras Mark Knopfler sacaba diamantes negros a las 5.15 am.
Alguna noche de amor desesperada que no se puede contar, mientras sus ojos se convertían en un río dorado. "Starway to heaven", cuerdas magistrales, migitas de pan y cometas, el disco de UB40 de un hombre inolvidable, que se dejó el disco y se llevó un beso en 1987, donde se paró el tiempo, como ocurrió con Olivia Newton John, quien me dejaba enamorada perdida de Travolta mientras cantaba sentado en un columpio. La Habana, y una voz de mujer a lo lejos, cantando "Piel Canela" y Jorge Drexler llenando el espacio de su abrazo hueco, e invisible.

Todo esto ocurre porque ahora, soy incapaz de terminar de escuchar "Telegraph road", los recuerdos son cada día mas dulces, el olvido solo se llevó la mitad, que diría mi Serrat.
Nadie cabe en esa canción, solo la perplejidad y algunos pajaritos azules.

3 comentarios:

  1. Qué bonita entrada y cuánto hablan de nosotros mismos determinadas canciones. Que los recuerdos dulces no se te conviertan en tristeza. No hay nada como ver una sonrisa y si esa sonrisa es por un recuerdo dulce mejor que mejor.

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  2. Estás en un buen momento pero con la melancolía de su recuerdo.

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  3. Para él y su recuerdo de ella:
    http://youtu.be/mB2fVlVTT5Q

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