Delante de aquellas cincuenta preguntas me preguntaba si no sería el último tren que pasaba por mi vida.
Estaba tan nerviosa y era tanto lo que me jugaba que espero haber subido por lo menos en el vagón de cola.
Aún puedo coger otros, lo que no puedo es seguir donde estoy, como Penélope, la del bolso de piel marrón y los zapatitos de tacón, que se quedó sentada en la estación.
Qué te gustan los buenos poetas-cantantes!!
ResponderEliminarCon Joan Manuel Serrat pierdo los papeles...
ResponderEliminarQuerido maese, eran cincuenta preguntas y el tren circulaba por vías laborales...
ResponderEliminarSi llegué a subir al vagón de cola lo sabré en breve.
Un abrazo
Estás mas nervioso que yo el día de autos leyendo...
ResponderEliminar¿Vistes el programa de Triana?
No lo repiten, y también tuve problemas con el vídeo. En E mule te puedes bajar algo, pero no se ve bien.
ResponderEliminarSiento decirte que estuvo muy bien, incluso lloré.
Los trenes de trabajo no tienen tanta inercia como los de la vida...
ResponderEliminarTe montas y te bajas, sin pegarte la gorda...
Tienes toda la razón, querido eresmi cruz, de alguno de la vida me he tirado en marcha...
ResponderEliminarNo intente volver a cogerlos que se queda sin brazos...
ResponderEliminarNo existe tal cosa como 'el último tren' para nadie --salvo que estés tumbada en las vías-- y cuando uno pasa, otro llega.
ResponderEliminarSuerte.
¡Partamos tú y yo cerrajero!
ResponderEliminar¡Contigo a mi lado no habrá cinturón de castidad que se me resista!
Ves como eres un sentimental...
anda acéptame ese beso que no me dejaste en tu blog... porfi de los porfis... si más allá de la porquería política eres un cacho pan... osito mío.
Uy, por Dios, como está la cosa, voy a cambiar de tema...
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