Resumen de siete días con el corazón en vilo

Ahora toca contar los días que faltan para otro Domingo de Ramos. Esta Semana Santa ha sido la de los pasos de palio de espaldas, que es algo que me apasiona, y que, como últimamente me ocurre cada vez más, suelo vivirlos íntimamente conmigo misma, cada vez me gusta más ser cofrade solitaria. Cada día me ha regalado un momento de ellos, por poner algunos, Gracia y Esperanza con mi marcha favorita, Macarena de Cebrián para estrenar la semana, La Virgen del Museo por la oscuridad de Alfonso XII con Soleá dame la mano, Los Dolores del Cerro, la sorpresa de este año, con Margot de Turina por el andén del Ayuntamiento y la mejor de todas, la estrechez del barrio del Arenal con el palio de la Carretería a los sones de Ione. De ahí no me movía nadie. Esa ha sido mi Semana Santa, la mía, la que vivo conmigo misma y mis sentimientos. Luego han habido momentos maravillosos, buscar las manos de mi padre agarrándo su cruz entre las mujeres que siguen al Señor de Sevilla, recoger la estampa de mi armao favorito, vestirme de mantilla en un día donde la austoestima creció hasta límites insospechados, sin brazo al que asirme pero con la mejor compañía, mi paso, mi gente, Santa Catalina, la Macarena por el Valle con sus levantás y su señorío y mi Virgen, mi Amargura un año más, a lo que no puedo poner palabras, son momentos que hacen que tengamos en estos días el corazón constantemente en vilo y que ya estemos empezando a contar los días que faltan para el próximo Domingo de Ramos.
Aquí tenéis algunas imágenes de lo vivido