Desubicación feriante

Desubicada, lo mismo que un panal de abejas en la feria, así me encontraba yo nada más puse un pié en ella pero que desapareció nada más pasaron las horas y comencé a sentirme extrañamente ubicada. Ocurrió este año lo nunca antes ocurrido, que fui más de lo que nunca he ido y que incluso me quedé con las ganas de ir el día siempre descartado y que este año, por motivos futboleros, era inviable. Debería de haber oído a quien hace mucho que echo en falta y que me decía que "seguro que había muchas cosas mejores que hacer en vez de ir a un partido de fútbol"... Esta feria la recordaré como la mejor de mi vida, sin temor a equivocarme, de las que más gente me he encontrado, y el miércoles como el día donde ocurrieron las cosas más raras, como hablar de la humedad con Jesuli, el ex sevillista, encontrarme a un amigo de Sanlúcar que me extrañó verlo vestido de otra manera que no fuese en bañador, o al del kiosco de la Gran Plaza que me vendía el periódico cuando iba a trabajar y que en diez segundos, repasábamos la actualidad deportiva, o a un antiguo amigo de la infancia que está guapo para aburrir, como lo era de niño, aunque de otra manera y que, bueno, volveremos a vernos más veces en breve, como me aseguró; bailar con mi padre, siempre un placer, aunque el hoyo de albero se empeñara en ponérnoslo difícil, encontrame a mis compañeros de localidad del Ruiz de Lopera y descubrir, que son cofrades, algo más para compartir en los descansos junto a la "nerviosa", la misma que me acompañará y que ha hecho posible que veamos a los AC/DC en junio en el Olímpico, y que apareció como de la nada en Esparteros once, caseta de "Juan Tavira", personaje que tiene la llave que abre todas las casetas privadas o su equivalente, mostrar el DNI de Martos, Jaén, para bailar con orquesta en honor de Garzón, Muñoz Molina y Gaspar Zarrías. Acabé con un Bob esponja de mi niño y un aparcamiento en "El Espigón" casi en propiedad. El traje verde de la salvación salpicado de barro y rebujito por todos lados llegó en unas condiciones lamentables para repetir la vestimenta flamenca, pero menos mal que tenía un antiguo traje verde y blanco de lunares debajo de la cama, me servían los adornos rosa fucsia y de nuevo, volví a vestirme de flamenca, aunque mi pendiente derecho se empeñara en seguir desubicándome, doblándose hacia dentro, pero yo, cada vez que alguien reparaba en ello y me decía "Se te dobla el pendiente", le daba la vuelta y contestaba, "sigue sintiéndose extraño en la feria, como le ocurría a su dueña". ¿He dicho "le ocurría"?

Para mi prima Reyes, que tanto me quiere.