viernes, 17 de diciembre de 2010

Cachito

Solía asustar a la gente que tiraba la basura en la plaza de la Gavidia. Se escondía en los contenedores, quizás dormía en ellos. Por las calles aledañas era muy conocido, todos los vecinos de San Lorenzo tienen alguna anécdota referente a él. Sólo una vez le oí departir con cierta cordura, lo hacía con quien venía conmigo, todo un experto en entender a personajes como él, o a los que se encontraban en circunstancias semejantes. Es más, con nadie he vuelto a coincidir capaz de conversar con cierta lucidez con tipos como Cachito. Él le llamaba así, quizás no sea su nombre. Le recuerdo con sus barbas blancas, sus ojos tan claros y tan azules, su vaquero grande y sucio y siempre, el jersey de lana rosa por dentro amarrado con un cinturón que siempre le colgaba. Una época llevó botos camperos cortados para habilitarlos como chanclas, otras un pañuelo vaquero tan sucio que no se definía el color y como no, siempre a cuestas un mal humor inconfundible. Gritos, insultos y maldiciones soltadas con la libertad que da el hacer lo que a uno le viene en gana. Ofrecía, a veces, calle Cardenal Spínola abajo, un diálogo en contra del mundo que se perdía en la oscuridad de la noche por los adoquines de tan señorial barrio.
Esta mañana, y estando en tan señorial barrio, oí a alguien que lanzaba improperios sobre cualquier ser humano que en esos momentos se atreviese a cruzar la Plaza de San Lorenzo. Un viernes precisamente, día grande para El Sardinero, las palomas y El Señor, e inconscientemente volví la vista atrás acordándome de Javi y de aquella conversación tan cuerda. Lo miré unos instantes y salvo que llevaba botines en vez de botos camperos, me alegré de comprobar que la gente no cambia por mucho que nos empeñemos.

3 comentarios:

  1. las Bofetás que da la vida... y las palomas de la plaza cebadas con Cachitos de pavía... quién fuera paloma para remontar la plaza... y dejaros ahí a toh... me cagon loh muerto...

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  2. Cuantos cachitos? Cuantas historias, cuantas vidas, cuanta rabia contenida, cuanta esperanza destrozada, cuanta ignorancia alrededor de los transeúntes mendigos…besotes Juan A.

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