Acolapsando los recuerdos

Dos años esperando el momento y resulta que solo soy capaz de llorar de felicidad. Eso hice nada más pitó el árbitro tras los cinco interminables minutos de más para que el Alcorcón nos indicase el paso a la Primera División. Quiso el destino que el Real Betis llegase a Primera perdiendo por tres goles a uno, que lo hiciese en el AVE y que además, yo lo celebrase llorando en el patio de mi peña que casualmente se encuentra en la calle Granaína. Un patio que acto seguido se llenó de abrazos y besos porque todos los béticos somos común a un sentimiento y en mi peña además, es casi familiar. Después, móviles que empiezan a sonar. Amigos que saben de tu beticismo y que te llaman o te ponen mensajes y quieren compartir la alegría del momento, y entonces, mientras lloras, te emocionas, te abrazas o te ríes, te acuerdas de porqué eres bética, y recuerdas aquella tarde de tu infancia en la que viste a Gordillo correr por la banda y con su galopada arrancarte el corazón para devolvértelo a trece barras. Para mi padre, por ello, el mejor abrazo, por inculcarme el beticismo y para Gordillo, otro, igual de grande, por ser quien lo fomentó y por ser quien ahora, nos lo ofrece libre y de los béticos. Te acuerdas de los béticos que no están y de los que llegarán a ser como tú, por ello, llevas a tu niño a Santa Justa y le haces prometerte que no olvidara ese día. Recuerdas a Mel, con su mes de febrero, su sabiduría, su sinceridad y porqué no, su coraje. Suyo es el mérito de revalorizar una plantilla que antes solo revalorizaba a Emaná y de que los béticos entre los que me encuentro, le consideremos el verdadero artífice de estar donde estamos. Como Iriney, regularidad total de una temporada, Salva Sevilla, Rubén Castro, Casto o Jorge Molina. Recuerdas cómo se subió en Jerez y recuerdas sobre todo, lo mal que lo hemos pasado durante dieciocho años que terminaron un 2 de agosto con la firme decisión de una jueza, para ella también es mi recuerdo. Y para Jaramillo, y Benito Villamarín, para los campeones del 35, para Calderón, Alfonso, Cardeñosa, Alabanda, Rogelio, Finidi, Oliveira, Edú o Del Sol, para todos mi recuerdo de este día en el que el Betis volvió a su sitio de siempre. Hay quien dice que es impensable dónde puede llegar el Betis en primera institucionalmente estable y con esta afición, en esas pensaba yo tras llegar de recibir al equipo, abrazar a mi padre, recibir mensajes, quitarme la meyba con el 3 a la espalda y decirle a mi hijo, entre lágrimas, que nunca olvidase ese día, y ver con él por televisión cómo se acolapsaba la Palmera. Triste definición de quien ya es historia, porque el Betis es algo muy grande capaz de resurgir de criaturitas y uvis, y yo estoy muy feliz por ello, con lo cual, a disfrutar de el verde y el blanco acolapsando la Palmera más que nunca... ¡y en primera!