domingo, 8 de abril de 2012

Conversaciones robadas

Juró que nunca más volvería a escuchar esa voz que llenaba páginas en blanco, ya le dolía oír esas canciones. Por esos nuncas y jamases, le había dado una oportunidad e incluso había conseguido despertar la chispa con la magia de su música. Era un medio de comunicación con ella. Para él, cada canción, cada letra, cada nota, llevaba el recuerdo de aquello que nunca llegó a ser nada, y que tanto le estaba costando asumir que había llegado a su fin. Dejó de recibir su aliento de palabras al otro lado del teléfono de buenas a primeras y su luz, esa que llevamos dentro, se apagó dejándole la oscuridad del beso de su voz en el alma. Creyó que su mundo acababa de desmontarse como un lego, como tantas veces se lo había desmontado ella con sus ojos verdes rodeados de pecas. No podía ser, y no se resignaba. Una vez que se es feliz soñando con alguien es muy difícil convencerse de que lo contrario es lo correcto. Eso era lo que más le dolía, tener que olvidar esa dulzura que tiene la felicidad efímera y la ilusión llena de mariposas. Ahora se acordaba de aquella historia, y resulta que la vida le había dado una tregua, igual que a Martín Santomé. ¡qué cosas!.

3 comentarios:

  1. Ël creyó que era un "lo nuestro", cuando ella pensaba que era "lo suyo"; la vida no le dio una tregua sino un ideal.

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  2. Exacto Manolo. Como inteligente que eres, has sabido sacar la conclusión perfecta.
    Un beso.

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  3. No sé quién es Martín Santomé, y si lo supiera probablemente cambiaría por completo la interpretación de lo escrito pero, lo que si sé, es que me sugieres es una poética personal evocación que me gusta mucho.

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