viernes, 27 de abril de 2012

Vientos del Sur


Había que poner muchas cosas en orden. Su aspiración universitaria pendía de un hilo y eso había sido un duro varapalo a su ilusión. Nunca la perdía por nada, pero como decía su padre espiritual musical, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. No bajaría la guardia, seguiría intentándolo, pero desde luego, era complicado remontar ese vuelo. El corazón había dejado de bombear en la sístole y la diástole de las ilusiones que se desean con pasión. Y hablando de pasión, y de vuelo, había aprendido a volar una cometa que llevaba colgando corazones, pensamientos, sinrazones y un ramillete de canciones de las que se cosen al forro del alma. Una cometa que a cielo abierto, se enfrentaba con la libertad que dan los sueños, pero que tarde o temprano, tendría que recoger carrete. Lo que no puede ser, no puede ser, y podría ser que saliese disparada ella misma agarrada a la cuerda y perdiéndose por el infinito, pero... ¡era tan maravilloso sentir ese viento en la cara!. Incluso ni siquiera le importaba esa circunstancia. Venían vientos del sur que como cantaba Jesús de la Rosa, le traen su propia voz cada vez que piensa, en lo que piense, y que anunciaban turbulencias personales de esas que envuelven la desagradable sensación de sentirse atrapada. Necesitaba poner orden en esa cabeza que tantas cosas tiene por dentro y en ese cuore que solo sabe latir apasionadamente por cualquier cosa. Necesitaba respirar. Sólo quería libertad, de sentir, de pensar, de caminar, de hablar y de ser ella misma, y no sentir la sensación de quien da un paso y alguien va detrás contándolos. A veces rozaba el polvo de estrellas con las yemas de los dedos, y otras, buceaba en lo más profundo de un mar imaginado, donde solo se bañan sus pensamientos. Y precisamente allí acudía, al mar, el único en estos momentos capaz de darle lo que necesitaba, libertad para volar una cometa y sobre todo, para solo oírse a ella misma en esa voz que solo trae el viento del sur.

2 comentarios:

  1. No hay mejor sitio, a mi modo de ver, para encontrarse a uno mismo, que la playa de tu infancia en una tarde de Otoño, cuando el mar disfruta de sí mismo...

    Un beso desde Granada

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  2. Entradas como esta, asolan el corazón. De lo mejor que le he leido. Un saludo.

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