miércoles, 28 de noviembre de 2012

La catarsis y lo inefable

Ya le vi el día de la presentación en Beta, no se me pasó por alto ni su físico, ni su timidez ni su cierto aire a actor de cine italiano de quien no conseguía dar con el nombre. El día de la presentación en Beta, día señalado en azul, nunca en rojo, de quien os escribe, estuve muy ocupada en estar con todos y estar contenta, pero no se me pasó observar a quien, con mi libro en la mano, daba vueltas con él aguardando el momento de que le firmase. Estaba pendiente de todos, y no se me pasaba su imagen porque no daba con el actor a quien se parecía.
Ese día no le firmé, entre tantas firmas, besos, fotos y felicidad, no caí en la cuenta de que mi lector se había marchado.
El viernes le volví a ver en la firma de Librería San Pablo. No había tanta gente y pude observarle detenidamente acercarse a la mesa. Su aire tímido esta vez le había abandonado. Un cierto aire a Mastroianni joven, cosas de ver tantas veces "Los Girasoles". Esperaba a que yo terminase de hablar con una pareja de amigos que habían venido a apoyarme y a poner de vuelta y media al que no acaba de arreglar Santa Catalina y de camino, recordar lo que dolió la manita de marras. Se presentó con la mano y yo le di dos besos, que es algo que hago a menudo. Me dijo que le había gustado mucho mi manera de escribir, que me seguía en mi programa de radio y algunas flores que la verdad, está feo que yo misma las diga pero que me sentaron de maravilla.
Ahora colecciono experiencias como esas y otras de distinta variedad, a cual más maravillosa. Lectores anónimos que recuerdan a su padre entre mis letras, amigos que han compartido al alimón este embarazo y parto literario, desde las entrevistas con los protagonistas hasta las correcciones; jóvenes que se impresionan porque desconocen las penurias del Real Betis en tercera y gente de todo tipo que sube la foto de mi libro al facebook con un comentario que me llena de orgullo y satisfacción. Estoy que no quepo en mi de gozo y empiezo a sentirme más que pagada.
Entonces recuerdo a Antonio Rodríguez Almodóvar en una feria del libro. Firmaba ejemplares de su "Si el corazón pensara" y yo me acerqué a por una dedicatoria. Hablé con él de la pasión por la escritura y la maravillosa conexión lector - escritor. Me dijo que ese era el mejor pago para un escritor, esa magia que se produce cuando alguien ha leído lo que has escrito y ha compartido tu sentimiento. Ahí radica la conexión.
Recuerdo que me dejó en una dedicatoria una frase que me gustó y que ahora hago mía;  "Para Reyes, en la complicidad de lo inefable". La hago mía porque ahora siento pagado el inmenso honor de encontrarme dentro de la palabra escritora con tantas experiencias como empiezo a coleccionar.
Una vez me dijeron, y quien me lo dijo me lo taladró al corazón, como todo lo que me dice, como todo lo que calla, que eso es "la maravillosa catarsis de escribir para desconocidos", y tiene toda la razón. Se me inunda el alma de satisfacción y el estómago de mariposas porque efectivamente, no hay nada mejor que la maravillosa catarsis que se produce al escribir para desconocidos en la complicidad de lo inefable, por supuesto.
Gracias a todos los que la hacéis posible. A todos!

3 comentarios:

  1. ¿Y cómo es posible que yo no supiera que tu libro ya está en la calle? ¡OH!

    Mi sincera enhorabuena por ello.

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  2. Qué bonito, Querida Dama, emocionar a la gente con los garabatos en un papel blanco. Disfruta de todo y de todos.

    Un beso desde Granada...

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