lunes, 3 de febrero de 2014

Funambulistas

La realidad y la ficción están fínamente unidas, tan finamente que a veces, cuesta distinguir cual es una y cual es otra. Eso lo oí anoche en una película que ya casi he olvidado, pero que su eco se ha quedado flotando como una nebulosa por entre mis pensamientos.
Nací funambulista, soy una experta en pasear por ese cable que separa a ambas, aunque cada vez más veces me plantee la posibilidad de pasarme a la zona segura, quitarme el ridículo traje de bailarina y descender; en definitiva, ser más realista que irrealista, pero siempre ocurren circunstancias que me hacen pensar lo contrario. De repente, en una esquina de una calle, de un día cualquiera y a cualquier hora, con la sorpresa como tarjeta de visita, suena la voz de Sharleen Spiteri cantando ese "I don't want a lover" y los recuerdos afloran irremediablemente. Los mismos que siempre asoman al pasar por la puerta de aquella sala de cine, ahora supermercado, a cuya invitación nunca acudí, aquella plaza, aquella calle o aquel bar.
Ahora la casualidad me tensa la cuerda, y me vuelvo a pasear por el alambre; acepto el reto del destino como otro juego entre lo irreal y lo real. En definitiva, yo nací funambulista, y además, siempre me gustó el grupo Texas porque entre otras cosas, me llenaba de recuerdos. Ahora me gustará volverles a oir, esta vez desde el alambre.

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