martes, 23 de septiembre de 2014

El primer día

En realidad no se si hablar de un abrazo o de un sueño cumplido. Quizás hable de ambas cosas, porque ambas, tienen que ver y porque además, soy una sentimental irremediable que se nutre de esas cosas.
En ese edificio que tanta historia de Sevilla alberga, estaba sentada esta mañana que jamás olvidaré, en compañía de más de una hora por delante para acceder al Aula Magna 201 donde comenzaría mi Grado en Filología Hispánica. Sorprendentemente tranquila, pero feliz como pocas veces lo he sido en mi vida, dejaba pasar esa hora experientando lo que más me gusta hacer, observar.
Las cosas cuestan, pero nada es comparable a ese dulce sabor que tienen las metas conseguidas, solo parecido al sabor de los besos. La realidad da un paso por encima del sueño y ya empiezas a pensar en qué será lo próximo que te propongas. De momento, no quiero pensar en nada, aunque suene a Fendher, o a Gibson como otra de mis irracionales locuras. Ahora solo quiero disfrutar de las letras y de la gente que como yo, las ama, las usa, las vive, las siente y las necesita como el aire que respira.
Y con esas, allí estaba yo, con la niña dentro que venía en mi encuentro, la que treinta años atrás, llevaba en su carpeta la foto de Gordillo donde siempre, se detenían los ojos de las monjas, bien por la rareza atípica de ver a un futbolista en vez de a los Pecos, o bien, por las largas y archiconocidas piernas del muchacho que a todos, sorprendía. Y me parecía increíble. En la vida solo hay que tener metas, y proponerse como fín, lograrlas, y de eso, estaba disfrutando de una manera maravillosa.
Y esa niña que dentro mía observaba a través de mis ojos, dejando el tiempo pasar, se fijó en un chico de mi edad que también tenía cara de primer día y a otra jovencísima con las camiseta de los Guns and Roses y cara de no saber dónde se encuentra. Otro vestido de punk a la antigua usanza y mucha algarabia de todas las nacionalidades. Una de ellas se tropezaba por la escalera encendiéndose como una linterna y otro, hablaba por el móvil deleitándonos con su conversación en italiano. Mucha gente que iba y venía, y sobre todo, mucha gente joven. Y mucha ilusión.
Una de ellas, sentada frente a mi, con el móvil en la mano, saltó de un banco como un resorte. Todos la miramos porque a todos, nos sorprendió. Bajó la escalera y justamente a los pies del último escalón, alguien la abrazaba con toda la emoción del mundo llevando un casco de moto en el codo.

Después, en el aula, sentada muy cerca mía, la observaba con atención mientras hablaba con otra compañera de su edad. Llevaba en los ojos ese brillo que la ilusión enciende, esa emoción que dan los sueños cumplidos. Todos estábamos de alguna manera cumpliendo propósitos, y todos, habíamos llegado a nuestra meta. Todos teníamos ese brillo en los ojos e incluso todos, sentimos ese abrazo como nuestro.

Hoy viví uno de los días más importantes de mi vida. Y tuve la inmensa suerte de poderlo compartir.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por ese abrazo, ese beso, ese sueño compartido, esos propósitos cumplidos... No hay nada como abrazar a esa libertad que te da todo lo que necesitas.

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