miércoles, 7 de enero de 2015

Caramelos

En su móvil, ese característico sonido del timbre, que era el tono inconfundible de su nexo secreto, la despertaba. Con él, y medio en sueños, comprobó que amanecía el día especial del año que viene lleno de ilusión. Ese timbre, abría las puertas de la alegría, de esa secreta, y sencilla alegría, que cantara Luz Casal.
Lo leyó, con atropello, y supo que la ilusión repartida para ese día también tenía hueco para ella.
Era breve, escueto y conciso; secreto, personal y suyo, y con nadie podía compartirlo. Allí estaba él, diciéndole precisamente eso, que allí estaba él, para recordarle, y sólo para recordarle, que su contacto con ella, tan especial y tan mágico, pese a tantas circunstancias, formaba también parte de ese mágico día de Reyes, como un regalo más de los que posiblemente recibiría.
Se guardó el teléfono en el bolsillo de su pijama, sintiéndose afortunada, como una niña de las que ese día se sienten como llena de esos caramelos envueltos en llamativos papeles de colores que al abrirse, sonaban igual que el tono del timbre de su teléfono.

Cayó en la cuenta de que era un día perfecto para repartir caramelos.