lunes, 5 de enero de 2015

Renovada ilusión

Esta noche es mágica, no hay duda. Aún recuerdo, como si fuese ayer, el no poder dormir de puro miedo porque mi compañera de colegio, la súper embustera Mercedes Martín me dijo, que le vio al rey Gaspar el zapato con la punta redondeada al esconderse debajo de la cama. Quizás por eso, cuando por la mañana, al grito que yo misma doy de "¡ya han llegado los reyes!", sigo sintiendo ese nudo en el estómago que ni el tiempo ni la edad, ha conseguido eliminar; una mezcla entre ilusión y miedo a partes iguales.
De niña, me encontré con la bicicleta bh verde, la Nancy azafata, la caja de rotuladores Carioca, el coloreante, y siempre, un tebeo de Mortadelo y Filemón de la colección "olé", que eran los buenos. Y la inocencia.
Bajar a la calle esas mañanas de sol y encontrarte con tus amigos, todos eufóricos, dichosos y satisfechos era el mejor de los regalos. Todos con los mismos brillos en los ojos, luciendo sus bicicletas impolutas y las equipaciones del Betis con ropa de abrigo por debajo, y los patines, y los carritos de muñecas, y los walki talkis, y los balones...
Eran tiempos en blanco y negro, de cambios, con banda sonora de Los Pecos, o Las Grecas, o ABBA, de peinados al estilo Angeles de Charlie, pan con nocilla, chice bazooka, y de muchas horas de diversión en la calle, libres y felices, sin responsabilidades, solo el pasarlo bien,  por eso ahora echo tanto de menos ser esa que fui. Y porque lo viví, lo quiero revivir, por ello, cada cinco de enero, sueño que al despertar me estará esperando mi vaso de colacao, el maletín de la Srta. Pepis y la inocencia de mis ocho años que cada día de reyes, renuevo y recuerdo acompañada de la imagen de todos aquellos niños de barrio que tanta ilusión tuvimos y que ahora como yo, seguro estarán pensando en lo mismo, porque aunque todos seamos dueños de responsabilidades, también somos padres, y seguro que estaremos contándoles esas viejas historias a los que ahora, deseamos hereden esa ilusión al menos, lo más parecida posible.