domingo, 25 de enero de 2015

Lole

Quizás tenga duende, o esa magia innata que solo tienen los que saben colarse en tu alma, pero la verdad es que Lole canta para que mi alma se detenga. Y después, están sus ojos.
Esta noche fui a verla cantar muy emocionada, después de que mi Betis ganara jugando al fútbol, porque últimamente no jugaba, que todo hay que decirlo, y después de demasiado tiempo sin verla cantar en directo, aunque siempre que la escucho, que es muy a menudo, parezca que me canta a mi solamente.
Arrancó con "Un cuento para mi niño", canción hermosa donde las haya, redonda, perfecta, inmensa y maravillosa, que fue escrita para que Lole, con su voz de plata, la cantase. Nadie canta como ella, con el corazón, el alma y la sangre, y no importan ni los años ni los pesares, Lole sigue cantando igual que aquella que se asomaba a la ventana del disco "Nuevo Día", con esos cuellos imposibles, coleta y pañuelo al cuello. La Lole de la transición, de la libertad, del rock andaluz y del romero verde, la Lole de mi infancia, mi adolescencia y mi madurez, la de los poemas de Juan Manuel Flores y el compás. La que canta en árabe por bulerías.
Fue cuando cantó esa canción de la flor del romero cuando ya no pude más. Esa canción y esa voz le ha puesto banda sonora a lo que escribo, y es muy especial, posiblemente porque sea la que más me guste de ella, porque algo tiene que me paraliza. Será su letra, su tono o por aquello de que Lole, como Janis, como Aretha, o como Billy, canta con el alma.

Y es que nadie canta como canta Lole Montoya. Eso lo sabemos Lola, Pachi, Pedro, Esmeralda y yo, pero eso, son cosas mías y de mis letras, las que afortunadamente, pronto serán de todos mis lectores.