jueves, 15 de diciembre de 2011

Condicionantes

No es el besamanos de la Macarena lo más importante de cada dieciocho de diciembre; que lo es. Tiene siempre sus consecuencias y sus condicionantes. Verla de cerca, primer condicionante. No hay mejor pérdida de tiempo que asomar la cabeza entre los ciriales que impiden estar más cerca, para así no alterar el discurrir del besamanos y contemplarlas sin prisa, máxime si suena de fondo, la marcha de Cebrián. Suele ocurrirme a menudo. Ella es única, y no lo digo yo, de sobras es sabido. Segundo condicionante, las caras. Observar a la gente que espera, que mira, que reza o que sencillamente, como yo, observa sin prisa, es un ejercicio muy interesante. Señoras mayores, gente que se emociona, niños, curiosos, objetivos fotográficos y una cola de ojos que esperan haciendo cola hasta la calle Bécquer, como pude comprobar al abandonar mi atalaya de entre los ciriales; hecho que agradeció profundamente la señora que estaba tras mía.
Y el tercer condicionante, Carre. Hablar de todo esto en el Mariano del Pumarejo, forma parte de la particular cuaresma de quien os escribe y que se anuncia tal día como hoy desde la barra del bar con ligeras inclinaciones y mesas último modelo.
Después, y como complementos, Pepe Peregil, los dos hermanos de la Carretería, uno de ellos propuesto para jugar de central el domingo y Joaquín, quien conoce a la perfección mi semana santa catalana.
Del Betis también se habla, lástima tener que volver a la realidad, con lo bien que se está en ese tramo que comunica el Pumarejo con el Arco de la Macarena, por donde empieza la arteria de mi particular cuaresma y sus condicionantes.
Algún jueves de estos, sonará la flauta, en esa combinación de la primitiva que en ambos casos, sale el 3 de Rafael Gordillo.

4 comentarios:

  1. Tiene que ser un momento indescriptible...si yo, que vivo a muchos kilómetros de su Arco, me emociono sólo con pisar la Basilica, con ver el revuelo que rodea a las bodas "exprés" ante su mirada longeva, si se me altera el corazón cuando me acerco a su camarín y la miro desde sus espejos, si rompo a llorar al verla sobre su paso de palio,...si a mí me ocurre todo esto sin tenerla cerca, no sé lo que me ocurrirá el día en que pueda hacer cola para besar su mano...

    Un beso desde Granada

    ResponderEliminar
  2. A mi, por raro que parezca no me gusta ni tocar ni besar las Imágenes. Eso no quiere decir que no me disloque sentarme en un sitio cercano y discreto a ver los ojos de los verdaderos devotos de Ellas.
    El besamano de nuestra Madre Esperanza es impagable. Os aconsejo ir a primerísima hora y sentaros en el segundo banco del lado de la sacristía, por ahí es por donde salen los que ya la han visto y miréis sus caras: Eso es la FE del pueblo llano, las de las señoras mayores con bolsas en la mano que han ido a ver a su Madre y Amiga.
    Un beso

    ResponderEliminar
  3. Exacto. Eso es lo que tiene su besamanos para mi, las caras. Soy incapaz de besar ni tocar una imagen, me pasa como a ti.
    Gracias a los dos

    ResponderEliminar
  4. Quien sabe. A lo mejor eres una de las miles de caras que se grabaron para siempre en mi cámara y que, en aras de mi desorden ordenado, tal vez aparezcas por mi blog un dia de mayo o de agosto, cuando la memoria del 18 de diciembre cobra especial sentido. Los ojos de los suyos. Si. Esa es la gran verdad de la Teología Macarena. El unánime plebiscito de cada año en Sevilla...

    ResponderEliminar