domingo, 27 de octubre de 2013

Canciones personas, y viceversa.

Escribo esta entrada escuchando a Extremoduro, concretamente el disco "la ley innata" del que tanto me habló mi querido amigo Luis y de quien tanta pasión y elogios desprendía. No le faltaba razón, aunque no sé por qué esta mañana me ha dado por este disco, posiblemente porque me acuerdo de mi amigo, a quien tantos gorriones de manzanilla debo, y a quien le debo, también, el haber descubierto este grupo, este disco, estas letras y además, la inspiración de esta entrada.
Hay canciones que ya son personas, y personas que ya son canciones. Hay recuerdos vinculados a canciones y momentos de tu vida que tienen su propia banda sonora. Hay canciones que no se pueden escuchar porque duelen, te hacen llorar o te devuelven a un tiempo pasado que nunca fue mejor. Y hay canciones que te acercan estando lejos. Incuso diría que hay adictos a las canciones recuerdo. Yo soy una de ellas.
Hace muy poco hacía un repaso por mi vida en canciones y caí en la cuenta de la de gente, momentos y lugares que tengo enlazados a determinados temas. Anoche, oyendo a Vicente Amigo en el teatro de la Maestranza, sentí esa secreta, imposible e íntima ciudad eterna correr por mis venas como solo yo la siento,  llegando incluso a oír a los pajaritos de mis adentros los cuales, me ahogaban de pura perplejidad. Perplejidad... qué palabra.
Triana siempre asoma en los días decisivos, en los momentos claves, definitivos y especiales. Siempre, como una broma del destino, para bien o para mal. Creo que ellos son la banda sonora de mi vida. El vino rojo de UB40 tiene fecha, nombre y apellidos, todos inolvidables, Renatto Carosonne me recuerda a mi madre y los Chichos, a mi infancia. Hay un beso que suena a "Volare" de los Gipsy Kings con arena de la playa en los zapatos. Con Manolo Escobar puedo ver los ojos húmedos de mi abuelo tras sus gafas, "Por respirar" de Manolo García, suena a lo que pudo haber sido y no fue, y se marchó asido a una cometa; Serrat a los hilvanes de mi alma, sea cual sea la canción, Spandau Ballet, siempre entre lágrimas, me devuelve a quien se marchó demasiado pronto, Duran Duran a la estrecha ventana de mi amiga Susana y aquellos magníficos años en los que el único problema era "¿qué me pongo?". Juan Perro a un fin de semana conileño cuando la palabra comunicación existía y Antonio Machín  a mi abuela Reyes, sentada en su silla tarareando "María Cristina me quiere gobernar"...
Hay grupos que ya están unidos a una persona, bien porque te los descubrió o te los enlazó. El Último de la Fila, verano sanluqueño; Jorge Drexler, olvido aún inexplicable, La "habanera de los ojos cerrados", Cádiz y sus consecuencias ... todos tenemos una canción en nuestra vida, todos tenemos nuestra canción persona y a todos, nos duele oír cierta canción a veces. Si me pongo a seleccionar me salen muchas, y seguro, que acabo llorando, y ahora, no es buen momento. Ando buscando canciones para preparar un punto y final, pero de momento, me dejo llevar por la "ley innata".

(Para Luis, mi electroimán de palabras, quien me demostró que hay otro Iniesta tan imprescindible como el de la selección.)

2 comentarios:

  1. grande Reyes... y a veces las canciones nos hablan, pero las malinterpretamos y simplemente nos querían decir lo que nos querían decir, no lo que otra persona quiso interpretar por nosotros que significaban...

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  2. La vida esta llena de personas, de momentos, de emociones y casí siempre tenemos una canción ligada a ellos.Yo siempre he tenido mis canciones favoritas, pero con el paso del tiempo me doy cuenta que a esas se van sumando otra, y otra y otra, y así he llegado a la conclución de que al batiburrillo de vivencias que es la vida, lo mejor es añadirle un inmenso batiburrilo de canciones.Besos y abrazos amiga Reyes.

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