jueves, 20 de febrero de 2014

Carlitos

Cumples trece años y me acuerdo aún, imposible no hacerlo, de aquella mañana de febrero en la que tu sonrisa, trajo el sol que acabó con un mes de lluvias inacabable. Cuando observé en el reloj de la misma sala de paritorios la hora en la que naciste, me sorprendí. Pasaban diez minutos de la una, del veinte del mes dos del dos mil uno, y caí en la cuenta de que ibas a ser especial hasta para nacer. Miré tus pies, y tus manos, y tu sonrisa, tan grandes dentro de un cuerpo tan pequeño, y me hacían sentirme la mujer más feliz del mundo disfrutando de tanta enorme pequeñez, y de esa sonrisa que me traía aquella canción de Triana que decía, "Y qué voy a hacer con tu sonrisa..."
Trece años la llevo conmigo, porque yo si se he sabido qué hacer con ella. Me acompaña a todos lados, incluso ahora, que aquella sonrisa ya apenas asoma al menos, conmigo. Ahora estás en esa famosa edad difícil...
Creces pero sigues siendo especial, con personalidad; eres un niño lleno de aspectos que te hacen diferente; que le encantan Los Simpsons y "La Voz", que pintó su habitación de morado y colgó su boomerang, que pintó una Torre del Oro que parece de Pisa y que preside su cuarto, junto a su foto enmarcada con Miki Roqué y Beñat. Un niño que escribe sinceros twitters a Cristiano Ronaldo y que tiene infinidad de vocaciones laborales, así como un beticismo muy particular, y que se rige en su vida por el número 19. Un niño que deja de serlo a zancadas y que bebe cola cao desde hoy, en una taza de Coldplay.  
Me observas con atención cuando esta mañana te hablé de aquella mañana de febrero en la que viniste a llenarme mi vida de luminosas mañanas, para que los dos recordemos al unísono aquella hora mágica, y ya no veo al niño que de repente, dejó de serlo. Creció desde pequeño muy rápido y ahora ya es un adolescente que aunque apenas me mire, ni me hable, sé que con los ojos me observa como siempre.
Tu cara y tu pelo ya no recuerda a aquel niño que no quería que nadie se le acercase en la playa, creciste, y las rayas de cada veinte de febrero tras la puerta de tu cuarto, superan mi altura. 
Nadie ha sabido ocupar esa parcela pequeña de felicidad que desde aquella mañana de febrero, tu sonrisa supo llenar pasados diez minutos de la una, porque a veces pienso que nadie sabe que me pasa algo salvo tu. Siempre me miras y me preguntas qué te pasa cuando algo me pasa, y eso solo te ocurre a ti, y a mi contigo, desde aquella mañana que tu sonrisa se llevó la lluvia y me dejó tu personalidad única y tu sensibilidad tan especial. Y tu nobleza.

4 comentarios:

  1. Oiga precioso!
    Felicidades a Carlitos y a ti por sentir tan bonito.
    Encantada de haber entrado en casa de la dama :)

    ResponderEliminar
  2. Gracias.
    Siempre habrá un sitio de honor para las sultanas del swing y sus "consecuencias".
    Un besazo, guapa.

    ResponderEliminar
  3. Acabo de leerlo y me pareció haber encontrado la definición absoluta de amor. Enhorabuena por sentir tan bonito y por poner en palabras algo tan bello como una mirada.

    ResponderEliminar
  4. Me acabo de teletransportar a una sala de dilatación del maternal granadino una fría madrugada de Diciembre. Mi Candela casi nace el dieciocho de ese mes, y desde entonces no me falta la Esperanza que su sonrisa me transmite, aunque por un día no se llamase como Ella. Me he ido a esa fecha muy rápido, claro, Candela sólo tiene dieciséis meses, pero los pellizcos del alma y el corazón me da que serán los mismos, querida Dama, que los que me dará con trece años...

    Un beso desde Granada

    ResponderEliminar