martes, 9 de septiembre de 2014

Mi antídoto

Yo, a estas edades, no debería andar buscando antídotos para hacer lo que me viene en gana, pero deberá ser por esa ligera inseguridad que a veces me aflora, que a veces lo necesito, y siempre lo encuentro cada vez que recurro a él en una calle del Polígono de San Pablo. Siempre, sin horas, explicaciones o condiciones.
Mi antídoto tiene solera, acaba de cumplir cuarenta y tres años y además, tiene mucha gracia. Es la seguridad en persona y una de las mujeres más inteligentes que conozco. Mi antídoto disfruta en la barra de un bar mientras yo me siento, duerme la siesta mientras yo me voy a la playa a andar, se come una croqueta fría sobrante de la noche anterior mientras yo cojo una pera, y por encima de todas las cosas, escucha a Camarón de la Isla. Mi antídoto, de chica, me miraba perpleja mientras yo me escondía en mi caja de cartón, y esos ojos ahora, los veo en los ojos de mi Lola, como un juego de la genética. Mi antídoto siente en verdiblanco, es atea por la gracia de Dios y además, una experta en colocar iconos de whatshapp concretos y oportunos; campeona poniendo motes, en ir maquillada sin parecerlo, que siempre será misión imposible, y la eterna buscadora de zapatos para pies "maxibon". Mi antídoto es fuerte, valiente, generosa, divertida, emprendedora y muy guerrillera, a la que no aconsejo llevar la contraria jamás; la que más me aconsejó, apoyó, animó y alentó a que hiciera lo que me alegro de haber hecho y quien tanto me ha ayudado. Mi antídoto, que una vez fue niña, bebía cola cao con sus babuchas de paño y su bata, y después, nos enseñaba los dientes de color marrón, le brillaban los ojos de risa viendo a Fofito cantar "Manuela" y cantó, hasta quedarse sin voz, una canción de Nica Costa que a nadie en el mundo le gustaba.
A mi antídoto le gusta Sara Montiel, Almodóvar, Silvio, el Ché Guevara, el tango y Jhonny Deep, los cotilleos sombrilleros, los "algos de las ascas", y decirme astracanera, y pasarlo bien, que lo ha pasado muy bien, afortunadamente.
Y ahora, que suene "la de la mochila azul", y después, que se recoja el pelo en una cola, el flequillo con una horquilla y que busque la virgen de plástico para dormir que es algo muy propio de ateas, y después, que me saque conversación en aquellas noches de litera y charlas sonámbulas.

Y yo, que no doy besos, y que solo me gusta escribir lo que siento, le deseo a mi antídoto un feliz cumpleaños, aunque ya me pasé diez minutos, y decirle que es un orgullo y una inmensa suerte compartir apellidos y que no sabré nunca cómo agradecerle que sepa aconsejarme y ayudarme como lo hace, con su partícular antídoto, que elimina las desilusiones de un plumazo.

3 comentarios:

  1. Increible, no tengo palabras..
    Snif snif
    Gracias
    Roxx

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  2. Lo que más me ha gustado "lo de recogerse el flequillo con una horquilla" y que tú "no des besos".

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  3. "Amo tanto tu ausencia como tu presencia, porque tu ausencia me obliga a recordar lo indispensable que eres para mí, y tu presencia me lo confirma..."

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